Anil Markandya: «No hay que ser alarmistas con el cambio climático»
Anil Markandya habla de manera pausada y moderada. Economista y profesor de la Universidad británica de Bath, es uno de los integrantes más conocidos del Panel Intergubernamental sobre cambio Climático (IPCC). Ayer ofreció una conferencia en la capital alavesa en la que admitió que hay «demasiada incertidumbre» aún sobre los efectos futuros achacados al calentamiento global. «No tenemos una experiencia pasada como para saber qué ocurrirá», dice.
Joseba VIVANCO |
En abril del año pasado, el econimista británico y destacado miembro del laureado Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), Anil Markandya, fue uno de los invitados al encuentro internacional que sobre esta materia acogió la capital bilbaina. «Habrá zonas devastadas y mucha gente emigrará», clamaba alarmista el titular de un periódico que entrevistaba al experto. Ayer, este profesor de la Universidad de Bath fue el protagonista de una nueva conferencia, esta vez en la capital gasteiztarra, del Foro Ikerbasque, y se mostró mucho más comedido y cauto en sus declaraciones. «Hay mucha incertidumbre sobre lo que va a ocurrir», fue una de sus frases más repetidas esta vez.
``El derretimiento de los glaciares, la desaparición de capas de hielo y el calentamiento del agua podrían elevar el nivel del mar hasta 1,5 metros para el final de este siglo, lo que obligará a desplazarse a decenas de millones de personas, según un nuevo estudio'', rezaba una de las últimas y casi diarias noticias sobre el debatido calentamiento global. Anil Markandya de lo que no duda es de que «el siglo XXI será el siglo del cambio climático», pero en sus declaraciones matiza que «realmente no sabemos cómo va a cambiar el clima futuro».
Ayer dejó claro que no cuestiona que el ser humano esté detrás de los efectos que la mayoría de la comunidad científica achaca al calentamiento terrestre, incluso que existe una «minoría» que no lo cree, pero discrepa de que sea el causante de todos los males del planeta. «Es cierto que hay una tendencia general de achacar todo al cambio climático y evidentemente no todo lo es. Ahí están fenómenos como el del Niño, que ya estaba ahí y que influye en el clima mundial. Pero esto tampoco quita para que el cambio climático quizá esté incidiendo también en ello».
No ser alarmistas
Anil Markandya parte de la premisa de que «hay mucha incertidumbre sobre cuál puede ser la magnitud de las repercusiones de este cambio en el clima». Según su visión, «se trata de un fenómeno científico nuevo, que no lo habíamos vistos con anteroridad. No tenemos una experiencia pasada de toda esa acumulación de gases de defecto invernadero y por tanto no podemos tener claro qué va a ocurrir en unas décadas, en veinte o treinta años».
Una afirmación que contrasta con los contínuos informes y estudios que ponen números a la elevación del nivel de los mares o fecha de caducidad al hielo de los polos o su población de osos polares. El argumento de este experto británico es que «los modelos que se utilizan para saberlo los hacen personas muy cualificadas, pero la cuestión es que hay una variedad muy amplia de modelos y el problema es que desconocemos realmente la magnitud de la repercusión que va a tener ese cambio climático».
Markandya reconoce que «hay que tener un poco de cuidado y no ser demasiado alarmista diciendo que esto va a destruir el mundo. Pero a la vez hay que ser realistas con la información que damos al público. Lo digo porque dentro de los límites que tienen los modelos que utilizamos para saber lo que puede pasar, algunas de esas predicciones advierten de riesgos muy serios. Pero el problema, insisto, es que desconocemos la magnitud, cuál es la probabilidad de que esos efectos más serios sean los que finalmente se produzcan».
Quizá por ello este experto hable de lo que llama «riesgos aceptables» frente a los «riesgos extremos». Estos últimos son los «no deseables», afirma, pero los otros son los que organismos como el IPCC se han puesto como meta. «Hay que pensar en lo que puede ser un riesgo aceptable y hablar de su coste económico. Para ello calculamos que en los próximos 30 ó 50 años debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 70 ó un 80%, una reducción alta. Y hemos visto que el coste económico es aceptable».
«¿Si es posible conseguirlo? Yo creo que sí, aunque habrá que hacer un gran esfuerzo. De cara a 2030 ya se ha planteado reducir esas emisiones en un 20%. De lo que se trata es de trabajar progresivamente. Es un poco como con la lucha contra el tabaco. Aquí, también se trata de pensar a largo plazo».
Tomar medidas
Uno de los ámbitos de trabajo de este experto es, precisamente, el de prepararnos para esos posibles efectos negativos achacados al calentamiento acelerado del planeta. Son muchos quienes sustenta que a la par de reducir las emisiones contaminantes, debemos empezar a adoptar medidas que amortiguen esas consecuencias nada halagüeñas. Pero hay un inconveniente.
«Es cierto que en una sociedad organizada y civilizada no van a ocurrir cosas en plan desastre. Es decir, si hay un riesgo de inundaciones en una zona, se preparan planes de defensa. Por ejemplo, en Gran Bretaña se prevé que haya zonas inundables, por lo que paulatinamente la gente las irá abandonando. El problema ocurre en otros lugares, en los países más pobres, donde no se pueden ni plantear tomar unas medidas que son muy caras».
Los más contaminantes
Precisamente, los países menos desarrollados y potencias emergentes como Brasil o la India acaban de exponer estos días a los más ricos que no están dispuestos a reducir sus niveles de contaminación si ello supone dejar de crecer económicamente. Se lo han dicho en el marco de la minicumbre de los 16 países que producen el 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, reunidos ayer y hoy en París para discutir informalmente sobre la lucha contra el cambio climático.
Este es el tercer encuentro del llamado MEM (Majors Economies Meeting), después de una primera cumbre celebrada en setiembre de 2007 en Washington y de la reunión de expertos en enero pasado en Hawai. La Comisión Europea también pidió ayer al presidente de EEUU, George W. Bush, que sea más ambicioso a la hora de enfrentarse al cambio climático, después de que éste anunciara unplan para detener el aumento de emisiones de gases contaminantes a partir de 2025; hasta entonces, nada de nada.
Lo eclipsa todo
El debate prosigue y, entre tanto, para muchos el problema es que es debate sobre el cambio climático se ha alzado en los últimos años al primer lugar de las agendas internacionales, en detrimento de otros, algunos de enorme actualidad como la carestía general de los alimentos básicos y el aumento de la hambruna en el mundo.
Precisamente, Anil Markandya participará en mayo próximo en una cumbre en Copenaghe en la que un grupo de escogidos intelecturales establecerá un listado, por orden de importancia, de los diez problemas más acuciantes del momento. Él defenderá la presencia en ese listado del cambio climático. Sin embargo, admite que «a veces pienso que la publicidad que está teniendo el cambio climático está quitando actualidad o haciendo que no se aborden otros problemas que también existen». Pero de la misma forma tampoco cree que el cambio climático «haya que tomárselo como una moda».
De lo que se trata en estos momentos del debate, opina Markandya, es de ante todo «contribuir a que se entienda qué es el cambio climático y tener un mejor conocimiento científico de él». El experto británico es partidario de abordar el problema del cambio climático desde una triple perspectiva que apueste por la investigación, el consenso internacional y un plan de acción con medidas flexibles y adaptadas a las circunstancias de cada momento. Y será en Bilbo donde se embarque en esa labor.
Nacido en Lahore (Pakistán), es doctor de Economía de Medio Ambiente e imparte clases en la Univeridad de Bath. Ha colaborado con el Banco Mundial, la OCDE y la FAO, además de miembro del IPCC, donde ha dirigido uno de los capítulos del Tercer Informe.
El economista británico será el gancho de prestigio elegido por el Gobierno de Lakua para «poner a Euskadi en la lucha mundial contra el cambio climático», en palabras de la consejera de Medio Ambiente, Esther Larrañaga. Apadrinado por ésta y por el titular de Educación, Tontxu Campos, y el rector de la UPV-EHU, Juan Ignacio Pérez, Anil Markandya se mostró ayer en Bilbo agradecido porque las administraciones vascas hayan depositado en él la confianza para liderar el novedoso BC3/Klima Aldaketa Ikergai, cuyo nombre oficial a nivel internacional será Basque Centre for Climate Change y que pretende ser todo un referente a nivel mundial en los estudios y propuestos sobre el calentamiento global acelerado del planeta.
El Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático aprobado en diciembre pasado por el Ejecutivo de Lakua y la apuesta del gabinete Ibarretxe porque la apuesta científica sea quien tire en el futuro de la economía vasca, se ha traducido en la creación del primero de los llamados Centro de Investigación Básica y de Excelencia anunciados, en este caso, centrado en el estudio del cambio climático.
Este primer BC3 prevé aglutinar, bajo la dirección del experto británico, a una veintena de especialistas internacionales de prestigio pertenecientes a ramas que vayan desde la climatología a las matemáticas o la economía y la sociología, y cuyo cometido será poner sobre la mesa no sólo consecuencias, sino posibles fórmulas para paliar sus efectos y planificación de medidas sociales y económicas. Mirará a lo global, pero propondrá medidas también en lo local, guiando, dijeron los consejeros, las políticas de sostenibilidad del propio Gobierno de Lakua.
Con un coste estimado de tres millones de euros anuales, comenzará a estar operativo después del verano y su ubicación definitiva será en el futuro parque científico de la UPV-EHU. Este BC3 deberá compertir con otros equipos similares a nivel internacional, y se contempla como un «polo de atracción de talento y financiación» y espera colaborar de manera activa con otros centros de desarrollo sostenible de otros lugares del planeta.