El pasado 5 de abril participamos, como miembros de la coral Uxoa, en el concierto-presentación del CD-DVD «Antología de la Zarzuela». La cita era en la iglesia de Santa María y en ella ofreceríamos, junto a los músicos de la banda La Tafallesa y nuestros compañeros de la Agrupación Coral Tafallesa, una selección de lo que interpretamos en el concierto de la plaza de toros de Tafalla del pasado verano. Pues bien, lo que esperábamos iba a ser rememorar aquel concierto de tan grato recuerdo para todos, tuvo un regusto amargo al enterarnos unos días antes de que desde el arzobispado de Iruñea se prohibía que fuéramos vestidos como lo habíamos hecho ya en la plaza de toros; esto es, mantones de Manila y clavel rojo en el pelo ellas, chalecos y gorra de madrileños ellos, cachirulo aragonés los músicos. Inocente atrezo artesanal de trajes regionales, pero que, no sabemos bien en base a qué criterios religiosos y morales, el arzobispo consideró que no procedía.

Más de 130 personas de nuevo involucradas en ensayos, repeticiones, arreglos y búsqueda de vestuario para volver a ofrecer al público lo que tan bien recibido fue en el concierto del verano. A nadie se le pasó por la cabeza que esto podría molestar a alguien, y cuál fue nuestra sorpresa al ver que la única persona que al parecer se se sintió molesta, no se sabe muy bien por qué, fue el arzobispo desde su sede en la capital. ¿Qué pueden tener en la cabeza para intervenir y condicionar un acto tan bienintencionado e inocente, preparado por tres colectivos artísticos y culturales de la ciudad y para el que, además, hoy por hoy no hay otro sitio donde hacerlo? Consideramos este hecho una injerencia inadmisible que nos retrotrae a épocas negras de oscurantismo, prohibiciones, vetos, censuras y condenas eternas, que pensábamos estaban felizmente superadas.