Una estrategia similar ya fue experimentada el 30-D de 2004
El lehendakari basó su discurso de defensa del Nuevo Estatuto Político dando por hecho que la izquierda abertzale rechazaría la propuesta votando en contra junto a PP y PSOE.
Iñaki IRIONDO
Del pleno del Parlamento del 30 de diciembre de 2004 queda en la memoria colectiva la aprobación del Nuevo Estatuto Político gracias a los tres votos a favor y tres en contra de Sozialista Abertzaleak. Pero probablemente la mayoría de la gente ya no recuerda tanto en qué condiciones se llegó a aquel pleno, cuál fue el discurso de Juan José Ibarretxe y qué estrategia traducía, ni tampoco las caras y las carreras (por ejemplo la de Josu Jon Imaz) cuando Arnaldo Otegi finalizó su discurso.
En paralelo a los trabajos de la ponencia parlamentaria que iba cerrando el debate del articulado del Nuevo Estatuto Político, el 23 de diciembre PNV y EA anunciaron que ambos partidos volverían a concurrir en coalición a las siguientes elecciones con la consulta por bandera, y el 27 Josu Jon Imaz dio el pistoletazo de salida a una campaña en enero con los lemas «Euskadik behar zaitu» y «Nik bai» que, oficialmente, tenía el objetivo de apoyar el llamado Plan Ibarretxe, pero que no podía evitar su marcado carácter preelectoral, toda vez que en la propia presentación el presidente del EBB daba por hecho que el proyecto no lograría la mayoría absoluta y no saldría aprobado.
En el discurso del pleno del 30-D, como el 11-M anterior, el lehendakari antepuso las tripas al análisis político o, al menos, al más elemental sentido de la prudencia , y toda su argumentación se basó en la idea de que Batasuna impediría la aprobación del proyecto en alianza con PSE y PP. No es que lo sugiriera, es que lo dijo abiertamente: «Aquellos que utilizan la excusa del fraccionamiento de España y aquellos que reivindican la independencia con respecto a España se han unido en contra del derecho de decisión de nuestra sociedad. Esta actitud no extraña en PP y PSOE, pero ¿quién puede entender esa postura, la negación del derecho a decidir y a expresarse de un pueblo, por parte de una fuerza que se considera a sí misma nacionalista? ¿A qué tienen miedo? Sinceramente, estoy seguro de que la mayoría de este país no aceptará ni olvidará que ese tripartito -entre comillas-, PP, PSOE y Batasuna, en su día negó a este país el derecho que tiene a decidir».
«Pase lo que pase hoy en este parlamento -continuó- el debate [que no se había producido puesto que la suya era la primera intervención] ha sido clarificador. Ha dejado al desnudo, al desnudo completamente, quiénes quieren habilitar el camino para que la so- ciedad vasca decida (PNV, EA y EB) y quiénes no quieren habilitar una vía para que la sociedad vasca decida (PP, PSE y Batasuna). Y ha trasladado tam- bién de manera clara, nítida, una fotografía en blanco y negro, de esas fotografías que cuando las vemos nos permiten el recuerdo con capacidad inmediata».
A nadie se le escapa que Ibarretxe pretendía hacer de esa idea el eje central de la campaña que ya se estaba preparando. La previsión, alcanzar la mayoría absoluta con Batasuna ilegalizada.
Pero a las 17.03 horas la izquierda abertzale hizo saltar por los aires aquellos planes de Ibarretxe cuando Arnaldo Otegi anunció el sentido del voto de Sozialista Abertzaleak: «Tres votos de sí a Euskal Herria, sí a la autodeterminación, y sí a un gran acuerdo que permita abrir las puertas a un proceso de superación del conflicto, y tres votos de no, otra vez, a los errores de hace veinticinco años».
A algunos, dentro y fuera del salón de plenos, les costó un tiempo darse cuenta que el proyecto contaba con los 39 votos necesarios para ser aprobado. Todo la intervención que por la mañana había hecho el lehendakari quedaba por el suelo. De hecho, incluso tuvo que cambiar su discurso de fin de año, que ya estaba grabado bajo la premisa de que la izquierda abertzale había impedido que la ciudadanía de la CAV pudiera decidir.
El propio Otegi señaló en su réplica que la postura de la izquierda abertzale había alterado el guión del PNV, cuyo plan era arrancar la campaña con el mensaje de «los de la independentzia con los fachas, con los del botijo..., ¡cargándose la gran oportunidad histórica!». El portavoz independentista recordó la gravedad de esta estrategia, trayendo a colación que «ustedes han venido aquí como a Txiberta, sabiendo que se podría producir una quiebra política y humana importante, y les daba igual. Pero la izquierda abertzale ha actuado con responsabilidad suficiente para que eso no ocurriera».
Con su sorna característica, Otegi preguntó: «¿Cómo iba a bloquear la izquierda abertzale un debate que lleva buscando más de 25 años? ¿Cómo iba a bloquear la izquierda abertzale un debate, sobre qué y sobre una consulta popular?».
El proyecto se aprobó, sin que en su intervención final el lehendakari corrigiera nada de lo dicho anteriormente. Al día siguiente, en su discurso de fin de año, Ibarretxe ratificó el compromiso adquirido unos meses antes de que si el Congreso rechazaba el proyecto, lo sometería a consulta. «Queremos decidir y vamos a decidir», subrayó. Después, cuando en las Cortes le dieron un portazo, incumplió su palabra y convocó elecciones.
Ahora, el PNV y el lehendakari vuelven a encontrarse en una situación parecida a aquella y de nuevo -según cuentan desde Lehendakaritza- están buscando una salida por la puerta de atrás.