«Se me hace inhumano lo que EEUU hace con los migrantes»
El 19 de agosto de 2007, la mexicana Elvira Arellano fue deportada a su país desde Estados Unidos, donde llevaba viviendo diez años. Su delito era ser inmigrante indocumentada. Estos meses han sido una lucha diaria por los derechos de los migrantes y por reconstruir, nuevamente, su vida.
Ainara LERTXUNDI |
Tras su dramática deportación de Estados Unidos, Elvira Arellano regresó a su Michoacán natal con su hijo. Ahora, junto a sus hermanos, quiere montar una granja de pollos. Ya tienen, además, un terreno para poder sembrar vegetales. «Pero, apenas hemos comenzado», reconoce. Y es que en estos últimos ocho meses no ha parado ni un solo instante. «Todo ha sido muy ajetreado porque sigo siendo parte del movimiento y de la lucha por la reforma migratoria y los derechos de los migrantes», señala a GARA. Dentro de esa lucha, ha emprendido una recogida de firmas para entregarlas en Washington el 1 de mayo y también protestó frente al muro de separación entre México y Arizona.
Como inmigrante y deportada, ¿qué sensaciones experimentó al estar frente a este muro ?
Fue una situación muy difícil. Lo que yo viví como migrante no fue fácil, aunque gracias a Dios llegué bien a EEUU. Mucha de nuestra gente aún sigue arriesgando su vida, principalmente, por el desierto. Muchos creen lo que les dice el coyote; que en dos horas estarán al otro lado de la frontera y que sólo tendrán que caminar por el desierto unos 2o minutos. Y eso no es verdad. En el tiempo que nos costó regresar a Sonora, (unas dos horas), vimos unas trece camionetas y dos autobuses escolares grandes llenos de inmigrantes que iban a tratar de cruzar la frontera para dar una mejor vida a sus familias. Es muy triste y doloroso ver cómo ambos gobiernos, tanto el mexicano como el estadounidense, no hacen nada para acordar una reforma migratoria. Las mismas personas que siguen cruzando son las que ya han estado allá y que, tal vez, tienen una familia.
¿Qué opinión le merece la existencia de este muro?
No debería existir. Estados Unidos siempre dice que México es un país amigo, que son aliados, que tienen buena relación... pero, la realidad es otra. El buen vecino no pone un muro. Eso no es justo, y lo único que están haciendo es obligar a nuestra gente a buscar otros lugares más peligrosos para poder pasar. Se me hace inhumano lo que está haciendo el Gobierno de Estados Unidos.
El pasado 16 de diciembre, asistió a la apertura de la casa Refugio Elvira en Tijuana, con la que se comprometió a colaborar.
Su misión es apoyar a inmigrantes deportados, principalmente a mujeres y niños y familias. Se les da una comida caliente y un lugar seguro donde quedarse hasta que decidan lo que van a hacer. Su directora, Micaela Salcedo, ha estado involucrada durante muchos años en la lucha por los derechos de los inmigrantes. Ella está dedicada al 100% a este proyecto, pendiente de todo para apoyar a nuestros migrantes en los tiempos difíciles de la deportación.
En ocasiones, los deportados desconocen incluso que llevan dinero consigo. Cuando son arrestados, Inmigración les quita el dinero que llevan y les entrega un cheque. Al deportarlos, les entrega una bolsita con sus pertenencias. A veces, estas personas están tan deprimidas que no prestan atención a lo que les dice Inmigración y desconocen que llevan un cheque.
Recuerdo el caso de un padre que llegó a esta casa. Estaba muy deprimido porque su esposa e hijos estaban en California. Salió a caminar por las calles y, de repente, vio la casa Refugio Elvira y entró. La señora Micaela lo invitó a pasar. Cuando le dijo que le mostrara los documentos que llevaba, se dio cuenta de que tenía un cheque por valor de más de mil dólares. Se quedó sorprendido. «¡Yo traía dinero, con la desesperación que he pasado!», exclamó.
El Gobierno local suele subvencionar el 50% del viaje de regreso a los lugares de origen, pero y el otro 50% ¿de dónde lo va a sacar la persona si no tiene? Lo que yo siempre les digo es que la vida no termina cuando un Gobierno destruye de esa manera una familia, al contrario, te fortalece para salir adelante. Cuando salen de la casa, se sienten contentos y motivados para seguir adelante.
Tras su deportación, se reunió incluso con el presidente mexicano, Felipe Calderón, a quien le pidió «un nombramiento diplomático como embajadora de paz, justicia y esperanza» para muchos migrantes. ¿En qué ha quedado dicha petición?
Hasta ahora no he tenido ninguna información por parte del Gobierno. Tras ser deportada, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, me buscó para invitarme a una reunión. Cuando se fue acercando la fecha, me dijo que también estaría el presidente. No he vuelto a tener novedades ni una carta diciéndome algo. No he vuelto a escuchar nada más del tema y como para estar llamándoles... nunca atienden las llamadas; ¡para qué insistir más!
¿Considera que las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos puedan cambiar la situación de los migrantes?
Pienso que habrá un cambio muy grande porque nuestra gente ha tomado conciencia de que con su voto puede hacer una gran diferencia para beneficio de sus familias, porque muchas son mixtas. Nuestra gente sabe que tiene el poder de salir a votar y de escoger a un representante que, realmente, les dé la oportunidad de que sus familias puedan estar juntas.
También pedimos que en México se descriminalice la inmigración. Aquí sigue en vigor la ley de población que criminaliza a cualquier persona que ayude a los inmigrantes.
¿Qué les diría a las personas que se ven en su misma situación y qué mensaje trasladaría a los gobiernos?
Lo más importante es que tomen la mejor decisión y no se queden callados y se defiendan. El que estemos en un país ajeno al nuestro quiere decir que te debas quedar callada.
En cuanto a los gobiernos, éstos siempre negocian y llegan a acuerdos. Por tanto, México puede lograr uno con EEUU para una reforma migratoria.
«Es muy triste y doloroso ver cómo ambos gobiernos, el mexicano y estadounidense, no hacen nada para lograr una reforma migratoria»