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Crónica Día del libro

Un Ruiz Zafón en el bolso, un clavel en la mano y hasta el año que viene

Veintitrés de abril. Día del Libro. Las gentes del gremio se esfuerzan en dar realce a la jornada. Colocan sus casetas, hacen declaraciones y reparten flores a los que se llevan la mano al monedero para adquirir algún ejemplar. Un día muy mediático, aunque más simbólico que otra cosa.

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Karolina ALMAGIA

La venta de libros durante la Diada de Sant Jordi alcanza los 20 millones de euros en Catalunya. En Euskal Herria no se dan cifras. No se facilitan ni en la Feria de Durango, auténtico fenómeno comercial, mucho menos en un día como el de ayer, donde las ferias tienen un carácter más simbólico que otra cosa. Al menos este año el tiempo acompañó, cosa que no pueden decir los libreros gasteiztarras, que adelantaron la celebra- ción al sábado pasado en un intento de atraer a más gente, y fue peor. La calle Berástegui en Bilbo, la Plaza de Gipuzkoa en Donostia y la antigua Estación de Autobuses en Iruñea acogieron ayer las consabidas ferias, como también lo hicieron otras localidades vascas.

«Estamos aquí por esa poesía que tiene el Día del Libro -señaló a GARA Mari Carmen Tobalina, de la librería Cámara, en su puesto de la calle Berástegui-. Parece que la gente este día se sensibiliza con la lectura, porque un libro siempre amplía nuestros horizontes y nos hace pasar un buen rato. De verdad que el mundo y el pensamiento crecen con un libro en las manos». Pocas horas le faltaron a esta librera para comprobar que Ruiz Zafón iba a arrasar. «Está vendiendo muchísimo las dos novelas: la recién publicada `El juego del Ángel' y también la anterior, `La sombra del viento'». Junto a los libros del autor catalán, «El niño del pijama de rayas» volvía a funcionar, un año más, en sus dos traducciones: euskara y castellano.

«Es importante estar aquí»

Para Cámara, una de las pocas librerías independientes que quedan en el centro de Bilbo, salir a la feria es también «una forma de darnos a conocer en esta lucha que es mantenerse en el mercado. Afortunadamente, muchos lectores tienen en cuenta que nosotros no podemos competir con las grandes librerías y nos cuidan como si fuéramos algo tradicional». Esta histórica librería de la calle Euskalduna ofrecía ayer en la feria, sobre todo, libro de divulgación -cine, política y música- y «libros de pequeño tamaño, que se puedan meter al bolso».

Unos metros más allá, otros libreros de toda la vida atendían al público. Eran la gente de Libros y Cosas, de Barakaldo, que trabajan libro antiguo y de ocasión, además de tema local, y que cuentan con un catálogo de 50.000 títulos que venden, sobre todo, por internet. «Venimos para dar presencia al Día del Libro y para hacernos propaganda, porque esto tampoco es un espacio adecuado para montar una feria en condiciones», señalaba Josu Mazas, cuya familia lleva cuarenta años en el gremio. «Realmente cuesta mucho venir para un único día, es mucho trabajo y las ventas no son muchas, pero es importante estar aquí», añadía Iñaki Muniategi, de la librería Macera de Santutxu, que vendía sobre todo novelas de saldo policíacas y de espionaje. Josu Mazas, por su parte, se mostraba algo extrañado con el tipo de libros que se estaba llevando la gente. «Lo que más está funcionando es el libro infantil, pero sobre todo los títulos de hace treinta y cuarenta años», señalaba, mirando de reojo a una mujer que adquiría en ese momento varios ejemplares de la colección «Los Cinco» de Enyd Blyton.

Para Kepa Torrealdai, lo importante es el ambiente que dan los libros en la calle. «La gente responde y, si el tiempo acompaña como hoy, se anima y se acerca a echar un vistazo. Es una fecha a la que los medios de comunicación cada vez dan más apoyo y que sirve para reivindicar la lectura». Gerente de la librería Elkar y presidente de la Asociación de Libreros, Torrealdai precisó que, a pesar de que cada año las ventas de libros en euskara van aumentando, el incremento «debería ser mucho mayor», pues no se corresponde con un sociedad «cada vez más euskaldunizada». Al parecer, cuando los jóvenes dan el salto a la literatura de adultos, siguen prefiriendo el castellano. «Una mayor presencia de la literatura en euskara en los medios de comunicación ayudaría», indicó.

 

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