Las denuncias de malos tratos por parte de los últimos detenidos demuestran que la incomunicación y la ley antiterrorista avalan esas violaciones de los derechos humanos. Además, en este caso, algunos de los malos tratos han vuelto a tener como característica central las agresiones sexuales contra las mujeres detenidas.

Todos aquellos que defienden que el liderazgo de Jose Luís Rodríguez Zapatero al frente del PSOE y del Gobierno español ha traído un cambio sustancial y cualitativo, tanto a la política española como a la forma de hacer política de ese partido, deberían tener en consideración que a pesar de toda su retórica humanista bajo su mandato los casos de tortura perduran. También las agresiones sexuales producidas en el periodo de incomunicación. Así, mientras la persecución de la violencia sexista sigue siendo una de las puntas de lanza del Gobierno español, resulta que la misma Policía que debería investigarla es acusada de propiciarla en sus dependencias.

La tortura es, sin lugar a dudas, uno de los indicadores más claros de la salud democrática de un estado. Y el Estado español sigue demostrando día a día que en lo que respecta a los ciudadanos vascos esos indicadores permanecen en el mismo sitio donde los dejó el régimen anterior.