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Celos del Estado belga por la irrupción china en su antigua colonia de la RDC

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Las relaciones entre la República Democrática del Congo (RDC) y la antigua metrópoli pasan por su peor momento tras la visita de ministros del Gobierno de Bruselas y con el fondo de la pujanza de China en la región.

El ministro belga de Exteriores, Karel de Gucht, instó públicamente a la lucha contra la corrupción y contra «los fabulosos privilegios de algunos que sacrifican el bienestar de la población».

El presidente congoleño, Joseph Kabila, advierte en una entrevista al diario belga «Le Soir» que «es la última vez que recibo a una delegación con semejante mensaje» y recuerda que la RDC es «un Estado soberano independiente, no esclavo»

No es la primera crisis entre ex metrópoli y ex colonia desde su independencia en 1960. Bruselas interrumpió su colaboración al final de la era Mobutu y no la reestableció hasta 2001.

Pero las cosas han cambiado hoy, con la irrupción de China, interesada en las inmensas riquezas del subsuelo congoleño.

El Gobierno de Kinshasa ha firmado en los últimos meses contratos millonarios con Beijing para construir miles de kilómetros de carreteras e infraestructuras sociales (hospitales, escuelas...) como contrapartida a la explotación de minerales como cobre y cobalto.

Joseph Kabila advierte de que la opción china es irreversible, algo en lo que coincide, plañidera, la prensa del Estado belga, tanto valona como flamenca.

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