Era un secreto a voces y ayer llegó la confirmación oficial. Viktor Debre dejará el banquillo del Arrate a final de temporada para regresar a Hungría. El técnico, que llegó a Eibar hace dos décadas, llevaba tiempo sopesando la posibilidad de regresar a casa, tanto por una cuestión de morriña como por la avanzada edad de sus padres, a los que quiere acompañar.

«Uno tiene que saber cuándo llega su momento y el mío ha llegado», aseguró Debre. «Después de tanto tiempo, vuevo a mi casa», en la que, curiosamente, ha vivido menos tiempo que en Eibar, teniendo en cuenta que hizo las maletas con apenas 18 años. El todavía entrenador albiazul, además, considera que «es el mejor momento para irme», con el equipo en la séptima plaza de la Liga Asobal -su mejor clasificación histórica-, la reciente participación en la Copa y la posibilidad de que acceda, por primera vez, a competiciones europeas. Aunque también dejó claro que prefiere ser recordado «como persona» que por su trabajo.

Algo que también aplicó en sentido inverso, al deshacerse en elogios hacia jugadores -que ayer le acompañaron, para concluir la rueda de prensa con una ovación-, aficionados, directivos y, sobre todo, el presidente Iñaki Bolinaga. «Siempre llevaré Eibar en el corazón», aseguró Debre, que se mostró dispuesto a volver si algún día se le requiriese «para ayudar en todo lo que pudiera necesitar el club».

No será, evidentemente, en un futuro cercano, que pasa indefectiblemente por su regreso a Hungría. No sólo como residente, sino también como trabajador. De hecho, el propio técnico magiar adelantó que firmará en breve por un equipo de la Primera división de su país, aunque no quiso confirmar de cuál se trata.

Todas las categorías

Será un nuevo capítulo para una carrera que comenzó, en lo que a su labor como técnico se refiere, en Eibar. Debre recaló en el Arrate, entrenado entonces por Jordi Ribera, en 1998, para disputar su última temporada como jugador. Un año después trabajaba ya como ayudante de Ribera, al que acabó relevando en 1991 para hacerse cargo del primer equipo, con el que, en sólo tres años, vivió alegrías y sinsabores: descendió, ascendió y volvió a descender a División de Honor B.

A partir de ese momento se dedicó al deporte de base, lo que le ha llevado a recorrer prácticamente todas las categorías, siempre dentro de la entidad albiazul, hasta que, hace dos temporadas, volvía a hacerse cargo del primer equipo. Con éxito absoluto en esta ocasión, ya que el año pasado conseguía su mejor clasificación en Asobal -8º puesto-, para mejorarla esta temporada.