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Patxi Larrauri Oficial de la marina mercante

«Playa de Bakio»: ¡al abordaje!

A raíz del secuestro del pesquero vasco «Playa de Bakio» y su tripulación, Francisco Larrauri compara la piratería «tradicional», de la que se han surtido abundantemente la literatura y el cine, con la actual, cuya primera causa ha de buscarse en «un sistema capitalista globalizado que produce desigualdades y descompensaciones económicas en muchas partes del planeta».

Escribir sobre piratas en el siglo XXI puede recordar una novela de bucaneros o una mente contagiada por las fantasías de Salgari, y normalmente sucede así cuando se intenta explicar «una de piratas» a personas que no están avezadas en el oficio de la mar. Esto le ha sucedido mas o menos a Ainhize, hija de un arrantzale del «Playa de Bakio», que ha declarado que los bucaneros los ha visto en películas y no sabe cómo explicar a un niño que a su abuelo lo han secuestrado unos piratas.

Sin embargo, para los marinos no es tan extraño. El prestigioso «Lloyd's List», periódico inglés de referencia internacional en el mundo marítimo, tiene ya de forma diaria en sus páginas interiores el apartado Piracy (pirateo) acompañado del siniestro estandarte negro con la calavera y las tibias cruzadas para disipar las dudas de que lo que allí se trata va sólo de «piratas». Y últimamente los titulares son tan serios y trágicos que superan rápidamente la tentación de pensar que pueda tratarse de una inocentada.

Riesgo marítimo o riesgo de guerra». La piratería es tan antigua como el negocio marítimo, y sería un trabajo de investigación muy interesante bucear en las causas de la piratería moderna, que anteayer afectaron al crucero francés «Le Ponant» o a principios de abril al petrolero japonés de 150.000 toneladas «Takayama», y la semana pasada al «Playa de Bakio», todo en las mismas aguas.

De acuerdo con las relaciones político-económicas mundiales que se han establecido en el último medio siglo estamos con el secuestro del «Playa de Bakio» ante el dilema de ¿riesgo marítimo o riesgo de guerra?

Alguien tendrá que explicar que nos hemos de ir habituando a las consecuencias que genera un sistema capitalista globalizado que produce desigualdades y descompensaciones económicas en muchas partes del planeta.

O explicar claramente el armamento de ejércitos irregulares o señores de la guerra por países occidentales interesados en su día en fomentar un conflicto armado y que se vuelven contra sus intereses una vez abandonado el predominio de la zona.

En siglos pasados es precisamente el comercio y el interés de naciones europeas por adueñarse y despojar de sus riquezas a tierras continentales de América el escenario ideal de fabulosas hazañas y fechorías en las que aparecen implicados piratas ingleses, holandeses y franceses.

Si alguna vez fue riesgo marítimo, aunque con causas económicas obscuras, incluso de las mismas naciones europeas, hoy muchas compañías de seguros entienden que la situación está cambiando. Un ataque con armamento de guerra pesado, incluidos lanzagranadas y misiles de origen bien conocido está lejos de considerarse un riesgo marítimo a la vieja usanza, como la pérdida de la carga o del buque en medio de un temporal.

That is money». Si alguna cosa no ha cambiado desde la vieja piratería son las relaciones pecuniarias del secuestro del «Playa de Bakio». En el primer tratado de piratería, escrito en 1775 por Esquemeling que, como buen pirata, su identidad -nombre y nacionalidad- permanece oculto en la leyenda, ya se establecían las relaciones pecuniarias en el clan, de acuerdo con la responsabilidad y el riesgo. Todo esto ocurría hace 300 años, pero la desigualdad económica globalizada, la desigualdad de oportunidades económicas para naciones con hambruna y la permisividad en el comercio de armas de guerra, así como el abastecimiento de armas pesadas que potencias mundiales hacen circunstancialmente en determinadas zonas geográficas, casualmente donde ocurren más ataques de piratas, propician la acción del bandidaje contra buques de todas las nacionalidades y con todo tipo de cargas.

Si pueden roban la carga y la negocian en comercios internacionales si se trata de metales, y en cualquier caso se pide rescate por buque y tripulación. Lo dijo claramente un pirata al establecer las bases del contrato del «Playa de Bakio»: «That is Money».

Una de piratas». Los ataque han sido tan frecuentes que en 2005 se ha creado un centro de información sobre el pirateo (Piracy Reporting Center) de la mano de International Maritime Bureau. En la zona de Somalia en el año 2005 se registraron 35 ataques de piratas. Algunos dignos de película, como el ocurrido al buque «Seabourn Sprit», con 302 pasajeros a bordo, en las costas de Somalia, o el anterior al «Playa de Bakio», en que los piratas se han atrevido con el petrolero «Takayama» de 150.000 toneladas (para entendernos casi como dos campos de fútbol) de la Nipon Yusen Kaisha, que gracias a una navegación preventiva en zona de piratas ha podido escapar de un ataque cuasi militar por diferentes ángulos con una hora de persecución.

A nivel mundial se han producido 49 ataques en el primer trimestre de 2008, lo que representa un incremento del 20% respecto al mismo periodo de 2007, destacándose la zona de Lagos, sobre todo en el fondeo, y Tanzania, Filipinas, Perú, Angola Ghana y Mozambique, con 2 ataques cada uno. El sur del mar de la China, Brasil, Península Arábica, Indonesia y el Mediterráneo oriental son también zonas de navegación especulativa para buques medianos y yates.

Esta tónica se mantiene desde finales de los noventa con casi 250 ataques anuales, y podrían ser más si, por cuestión de imagen, los armadores no escondieran el incidente debido a que los piratas amplían su radio de acción gracias a tecnologías de última generación.

Tal vez nunca sepamos cual ha sido el precio por el rescate del «Playa de Bakio», ni cuánto ha pagado Sarkozy por la liberación de los pasajeros de «Le Ponant», secuestrados también en el cuerno de África, pero la Nipon Foundation ha revelado que el coste de sólo los dos últimos ataques fue de 20 millones de dólares.

En esta década el quimiquero «Siam Xan Xian» fue atacado en aguas de Thailandia y robadas 6.000 toneladas de aceite de palma, el «Alondra Rainbow» sufrió el robo de 3.500 toneladas de lingotes de aluminio, y al «Anna Sierra», al que dejaron con la tripulación al pairo, le desvalijaron cuatro millones de dólares en azúcar. De cualquier forma, la desesperación llega al contemplar que estamos ante una legislación muy nueva, casi por estrenar, pues hasta el 15 de octubre de 1995 el código penal de muchos países no contemplaba los actos de piratería en sus leyes.

Cualquier iniciativa internacional de control y vigilancia preventiva sobre piratas armados seguramente no contará con el beneplácito de ciertos gobernantes, que después de ver cómo las potencias occidentales han armado hasta los dientes a la oposición, con abastecimiento masivo de armas pesadas de guerra, ahora pretenden imponer un sistema de vigilancia costera que puede sobrepasar los límites internacionales.

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