Cegados por el brillo final de las tres últimas temporadas, en las que se jugó una final de Copa, se festejó la clasificación para la previa de Champions y se disfrutó de una magnífica trayectoria en la Copa de la UEFA hasta llegar a semifinales, respectivamente, el entorno rojillo no se podía esperar un final tan angustioso para su equipo.

Pero la realidad es que, quitando las campañas mencionadas y la segunda en la que Javier Aguirre se sentó en el banquillo osasunista, la escuadra navarra ha caminado por el filo de la navaja del descenso, precisamente aquéllas en las que el conjunto encarnado buscaba bloque e identidad propios, una circunstancia que suena en estos momentos.

La posición que ocupan ahora los de Ziganda -decimoséptimos- y la distancia con respecto al descenso -dos puntos- no es ajena a la situación que vivieron quienes por aquel entonces estaban dirigidos por Miguel Ángel Lotina y en el estreno de El Vasco en el fútbol europeo.

Sin embargo, hay un dato favorable que invita a la esperanza, siempre y cuando los rojillos hayan conservado de aquellos años ese espíritu que les ha permitido sobreponerse a las adversidades para mantenerse en la máxima categoría. Y es que los navarros han sabido esprintar en los momentos críticos para huir de la quema.

Así lo hicieron en el año en que iniciaron su reciente periplo por la Primera División. En la 2000-01, Osasuna obtuvo siete puntos en las últimas cuatro jornadas, con un agónico triunfo en Anoeta. Previamente se la había jugado en El Sadar ante el Zaragoza en un encuentro en el que únicamente la victoria valía para evitar el descenso de forma matemática.

Dos temporadas más tarde, en la 2002-03 -la primera de Aguirre-, los rojillos sumaron hasta diez puntos de doce posibles. Y eso que el calendario era complicado, con tres salidas, pero consiguieron imponerse en Valladolid y Santander, empatar en Vallecas y ganar en casa el derbi ante el Alavés.

Entre medio de las dos, en la 2001-02, los números fueron sensiblemente más raquíticos. Sólo cuatro puntos, pero la victoria en El Sadar ante el Las Palmas (3-2) resultó vital, ya que los isleños cayeron en picado en el tramo final y ocuparon la última plaza de los que bajaron a Segunda División.

Mayor igualdad

La principal diferencia de la actual campaña con respecto a las citadas es que la igualdad está siendo máxima y los puntos para la salvación pueden dispararse con respecto a otras ediciones ligueras. De momento, nadie se atreve a aventurar cuántos serán necesarios, si bien, para evitar sustos de última hora, Ziganda ya ha puesto el listón en dos partidos.

No será fácil si el equipo no mejora sus estadísticas en ataque. Los jugadores ofensivos llevan sin anotar un gol desde el encuentro ante el Almería, hace nada menos que dos meses, el mismo tiempo en el que Osasuna no hace una diana en una jugada elaborada.

En otro orden de cosas, ya se conoce la hora para la disputa del choque liguero entre Mallorca y Osasuna. El encuentro entre bermellones y navarros se celebrará en Son Moix este próximo miércoles, día 7, a partir de las 20.00.