Los tripulantes africanos y europeos del «Playa de Bakio» pisaron ayer tierra en Seychelles, ya libres de la amenaza que ha pendido los últimos días sobre sus cabezas. El final del secuestro, con los 26 tripulantes del barco sanos y salvos, sólo puede ser calificado de una excelente noticia.

En este sentido, la pretendida polémica sobre el pago del rescate resulta del todo banal para un amplio sector de la sociedad, que es capaz de percibir que el resultado merece la pena, como habría sido capaz de entender, en otras circunstancias, y si el Gobierno español hubiera tenido el valor de explicárselo, que se pagaran otros precios, incluso políticos, para conseguir solventar conflictos más arraigados y con consecuencias negativas no ya para un sector, sino para el conjunto de la sociedad.

En todo caso, la satisfacción por la resolución del secuestro no debe impedir la reflexión sobre el contexto de la captura de los arrantzales, que no es otro que el de la extrema depauperización del cuerno de África por la imposición de un modelo económico capitalista que precisa de la depredación de recursos, propios y ajenos. La inseguridad que se deriva de la pobreza obliga a hacer reflexiones globales porque, en contra lo que parece pensar Lakua, esto no se soluciona invocando la presencia de la Marina de guerra española en en Índico.