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Ixabel Etxeberria Irakaslea Isabel Pozueta y Rocío Ibañez Centro de Sexología Biok

La primavera la sangre altera: ¿Qué provoca nuestro deseo?

Cuidar a la pareja y las tareas compartidas dejan tiempo libre para los espacios individuales, para oxigenarnos, para el ocio compartido

Sin duda, que «la primavera la sangre altera» es una realidad, no hace falta más que ver el juego de seducción de pájaros, la cascada de verdes en nuestros paisajes, la cantidad de niñas y niños en los parques cualquier día de sol o el alboroto en las plazas de cualquier pueblo o ciudad de nuestra geografía. Pero cuando nos referimos a este dicho, en el imaginario de muchas y muchos se enciende la luz del deseo erótico y, en este caso, ¿nos altera o es un mito?

Son días en que poco a poco o de repente nos desprendemos de los abrigos y gruesos jerseys de cuello alto que hasta hora impedían ver la piel, adivinamos curvas que hasta hace unos días no seducían al no ser vistas, ayudadas por la subida de temperatura que por lo general favorece una actitud mas relajada, más cercana. Suponemos que habrá más ganas, más posibilidades de encuentro.

Mujeres y hombres somos diferentes, sin olvidar las individualidades y diversidades de cada cual, y no podemos obviar que las sexualidades femeninas y masculinas tienen claves diferentes en los modos de acercarnos, de desear, de seducir y un largo etc.

Expectativas sobre las ganas, que en ocasiones no son buenas consejeras, ya que cuando no se cumplen el coscorrón es serio, porque tendríamos que hablar largo y tendido sobre deseo, ganas... ¿de qué?

En nuestro Centro de Sexología y atención a la pareja somos conocedoras de los desencuentros y dificultades que ello genera. En consulta son numerosas las quejas que día a día vamos recogiendo de ambos miembros de la pareja habitualmente en parejas heterosexuales, que podemos resumir así: ella no tiene ganas, él siempre quiere lo mismo.

También son numerosas las ocasiones en que nos encontramos en un gran lío cuando queremos desear lo que no deseamos (debo desear) y no damos valor a lo que sí deseamos.

¿Cómo compaginamos tus deseos y los míos? ¿Qué valor damos a unos y a otros deseos? ¿Escuchamos nuestros deseos y aparcamos los deberes?

Desde un marco de referencia de sexualidad masculina, a las mujeres se nos mete, y nos metemos, en el torbellino del deber-deseo, logrando un grado de insatisfacción y desorientación tal, que hace que hasta nosotras mismas sentenciemos que sufrimos de falta de deseo.

Y la industria farmacéutica, siguiendo el guión, se frota las manos dedicando dinero y tiempo a pensar como incrementar el deseo femenino en referencia al masculino, parches de hormonas, cremas, inyectables, sustancias nuevas... todo un arsenal que haga surgir ese deseo que al parecer tenemos perdido. Como si de hormonas fuera el tema.

Para qué vamos a engañarnos, mujeres y hombres, el deseo es el tema estrella.

Mujeres que no desean lo mismo que sus parejas y que sí tienen ganas y deseo de otras cosas. Hombres que no desean como se supone que tienen que desear, cuando socialmente tenemos interiorizado que los hombres siempre tienen ganas.

Pasan los días, las semanas, y el trabajo, las obligaciones, los ocios... nos dejan sin espacio ni energía para otros encuentros. Y realmente hablamos de energía cuando hablamos de deseo, de energía interior y de energías compartidas, de energías cuidadas, cultivadas, escuchadas, apañadas.

Estaría bien escuchar esta primavera las conclusiones del estudio al que nos referimos a continuación, que hace referencia a la realidad americana, pero que se puede extrapolar a nuestra realidad de Euskal Herria:

Un estudio norteamericano realizado recientemente por Council of Contemporary Families expone que en general cuantas más tareas domésticas realizan los hombres en casa, más felices se sienten las mujeres compañeras, la satisfacción matrimonial aumenta y la pareja tiene menos conflictos. Y la mayor satisfacción aumenta el deseo.

Cuidar a la pareja y las tareas compartidas dejan tiempo libre para los espacios individuales, para oxigenarnos, para el ocio compartido. Y, sobre todo, dejan sensaciones de bienestar, de querernos y cuidarnos.

Así que ya sabemos, a invertir en tareas domésticas compartidas que incrementan el deseo y la satisfacción.

Y, aprovechando que estamos en primavera, es un buen momento para dejarnos embriagar por los sentidos, disfrutar y, sobre todo, escuchar nuestros deseos.

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