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Secuestro del «Playa de Bakio»

«Ojalá que sea el nuestro el último barco que cogen los piratas»

El tripulante del «Playa de Bakio» Jaime Candamil compareció ayer ante un gran número de medios de comunicación pidiendo «ayuda y protección» para los buques que faenan en la zona de las costas somalíes con el fin de que «ningún marinero más sufra esta dura experiencia», alertando de que el problema se está agravando. El veterano marinero se mostró afectado, interrumpiendo varias veces el relato por la emoción.

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GARA | PASAIA

Jaime Candamil, marinero de 52 años, residente en Pasai San Pedro, compareció ayer ante numerosos medios de comunicación para dar a conocer la experiencia vivida durante el secuestro del «Playa de Bakio», barco atunero secuestrado en las costas somalíes por un grupo armado dedicado al asalto de buques.

Su principal mensaje lo dirigió a las autoridades competentes para que instalen una red de seguridad en aquella zona del mar Índico, ya que, tal y como relató, «este problema no es de ahora». Indicó que él mismo se había visto en apuros con anterioridad, cuando hace dos años su barco fue perseguido durante una hora por asaltantes. En aquella ocasión pudieron escapar, pero esta vez, según declaró, «hemos sufrido un infierno durante casi una semana».

Candamil, que compareció junto con su compañera en la Cofradía de Pescadores, mostró su deseo de que «ojalá sea el nuestro el último barco que cogen los `piratas' y que ningún compañero más pase por esto, porque es muy duro». Para ello, pidió «ayuda y protección organizada a nivel internacional para los buques que faenan en la zona». «Debería haber algún tipo de vigilancia para los barcos que faenan allí, ya que llevamos varios años con estos problemas», añadió Candamil.

Aunque reconoció que no sabe cómo debería organizarse una protección internacional, se aventuró a decir que «eso no lo puede hacer un país sólo», y «como no se reúnan los países y pongan cada uno su fragata...». Como dato de alarma, indicó que «antes no salían de las 40 millas de la costa; ahora llegan a adentrarse hasta las 260 -donde fueron capturados ellos-, y dentro de poco llegarán a las 400 millas». Este marinero con 20 años de experiencia, «caldereta» o tercer oficial de máquinas del «Playa de Bakio», aseguró que «son grupos armados con lanzagranadas, fusiles y granadas de mano, cuentan con buques nodriza que sueltan las barcas cuando detectan algo, y están muy bien organizados».

El atunero de Bermeo «Playa de Bakio» es un punto más entre los pesqueros de todo el mundo que, cada cual a lo suyo, faenan en los mares del Índico. En el momento del secuestro se hallaban a bordo 26 marineros, cinco de ellos vascos: Mikel Arana, Jaime Candamil, Gotzon Clemos, Iñaki López y Juan Pedro Sesma.

Ocho tripulantes eran gallegos, y los otros 13 de países africanos: Senegal, Ghana, República de Seychelles y Madagascar. Suelen salir a la mar para cuatro meses de faena, y regresan para dos meses de descanso en tierra.

26 marineros

En el «Playa de Bakio» navegaban 26 marineros cuando fue asaltado el pasado 20 de abril. Durante los seis días que duró el secuestro no sufrieron malos tratos y pudieron comer, aunque vivieron momentos de gran tensión y de miedo.

piratería

Según datos de International Maritime Bureau (IMB), en 2007 se registraron 263 ataques de piratería en todo el mundo, muriendo 8 personas. Indonesia y Malasia son donde se registra el mayor número de asaltos. En costas africanas se declararon 25-30.

El `infierno' relatado por los marineros secuestrados

El pasado 20 de abril el pesquero bermiotarra «Playa de Bakio» se hallaba parado a 260 millas de las costas somalíes al haber detectado un banco de pesca. Se encontraban cenando antes de prepararse para faenar cuando, sobre las 20.00, un marinero dio aviso de haber detectado a unos diez metros una lancha con `piratas'.

Los técnicos intentaron arrancar, pero ya estaban abordando el buque y reventó una granada en el puente del barco. Los tripulantes fueron instalados en la cubierta por el grupo de asaltantes, compuesto por unas diez personas. Amarraron sus botes al barco y pusieron rumbo a la costa, fondeando a una milla y media. Los asaltantes interceptaron los teléfonos de los marineros y los dejaron ir a sus camarotes.

Según el testimonio de varios de ellos, en los primeros días «la cosa fue bastante tranquila», hasta que el siguiente martes, el grupo de secuestradores fue relevado por otro «más agresivo». Aunque admiten que no hubo ninguna agresión física o malos tratos y que no tuvieron ningún problema con la comida, de su relato se desprende que vivieron esos días en gran tensión. Candamil contó que «pegaban patadas a las puertas» y que los amenazaban, siendo habitual que gritaran. Les quitaron varios aparatos tecnológicos, aunque durante el secuestro los marineros pudieron escuchar noticias por radio. El sexto día, los secuestradores les comunicaron el fin del secuestro.

Según informó el presidente de la Autoridad Portuaria de una ciudad cercana al lugar en que se hallaban fondeados, la empresa dueña del atunero entregó unos 766.000 euros para el rescate. En el momento de la liberación, al parecer, el «Playa de Bakio» estuvo a punto de caer en manos de otro grupo de asaltantes pero la fragata española que lo custodiaba consiguió evitarlo. GARA

punto estratégico

El asalto a buques se sigue practicando en varios lugares del mundo con poca o nula presencia de autoridades y tráfico intenso. El golfo de Adén y las costas de Somalía son estratégicos: Transita todo el petróleo de Oriente Próximo que va a Occidente.

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