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No es consuelo, pero por lo menos no hubo celebración doble en Cibeles

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Asier AIESTARAN Periodista

Varios aficionados al baloncesto y un buen puñado de periodistas comenzaban el largo fin de semana -interminable para los que nos ha tocado pringar- con el pleno convencimiento de que, en Madrid sí, el Baskonia la iba a liar. A la cuarta tenía que caer el título. Los de Gasteiz no eran favoritos, ni mucho menos, pero el carácter, ese carácter baskonia... Pues bien, una vez más, tocó palmar. Las ilusiones cortadas de raíz a las primeras de cambio, tener que aguantar la alegría de la furibunda afición judía, y todo el fin de semana todavía por delante. Bien, es cierto, jugaron a un gran nivel, tuvieron al CSKA contra las cuerdas, pero... Otra vez será, ¡qué remedio!

Mientras tanto, los diarios madrileños se encargaban de ir calentando el partido de El Sadar entre Osasuna y Real Madrid acordándose de una supuesta aceitera que, según la versión oficial, lanzaron a Casillas unos presuntos seguidores del club rojillo -uno no se fía ya de nada que se escriba en la capital del imperio-. Con eso, y unas pequeñas citas a mitos madridistas que también fueron maltratados en Iruñea como Carlos Santillana o Paco Buyo -qué pena-, la previa del alirón estaba ya preparada.

Los más pesimistas se temían lo peor. Una celebración conjunta entre seguidores de Maccabi y Real Madrid en plena Cibeles, los dos clubes que, seguramente, peor caen a los aficionados vascos al deporte. El CSKA se adelantaba en Madrid. Osasuna metía un gol a falta de 7 minutos. Todo parecía ir sobre ruedas... Demasiado bonito para ser verdad. Voltereta inexplicable del Madrid en Iruñea y nuestro gozo en un pozo. El Maccabi no ganó, pero no sé si sirve de consuelo. En Iruñea, desde luego que no.

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