Final Four 2008
CSKA repite la historia de Praga 2006 ante un subcampeón menor
La Final Four 2008 tiene dueño, y no es otro que el CSKA de Moscú. La historia, injusta como siempre, puso al Maccabi de Tel Aviv en el subcampeonato, cuando dos días antes, el mejor Tau Baskonia de la temporada, ponía contra las cuerdas al futuro vencedor. Los macabeos, con sus estrellas haciendo el ridículo, aguantaron hasta el descanso.
MACCABI 77
CSKA MOSCÚ 91
Arnaitz GORRITI | MADRID
Desde el punto de vista de Tau Baskonia duele ver cómo el CSKA repetía la historia de Praga 2006 y derrotaba al Maccabi de Tel Aviv en la final de la Euroliga. Desde luego, los gasteiztarras merecían ocupar, al menos, el lugar de los israelíes.
Más que nunca, dos, y bien distintos, son los estilos de juego de Maccabi y CSKA. Por un lado, el rugido, el zarpazo y la racha mortífera son las señas del cuadro macabeo, los rusos no dejan de castigar al rival como un martillo incansable. Ante esa tesitura, las alternativas fueron constantes en la gran final. La intendencia israelí, con Casspi y Batista a la cabeza, guió los primeros minutos amarillos, mientras que los «números uno» Halperin y Vujcic permanecían en el limbo. No así las estrellas rusas, con Langdon y Smodis, que otorgaban la iniciativa a los de Messina. Su mayor problema era que Goree se había cargado de faltas y que Khryapa no aportaba la misma intensidad.
Tras el 21-22 que acabó el primer cuarto, el CSKA pareció dar el primer tirón al adelantarse 31-38, con Trajan Langdon como líder del choque. Pero la entrada de Sharp supuso un 7-0 de parcial culminado por Bluthental y un Bynum que se había echado la responsabilidad a sus espaldas. Así las cosas, la final llegó a su receso con máxima igualdad: 41-42 a favor de los rusos.
El «ejército rojo» percute
Fiel a la antigua forma de guerra soviética, el avance lento pero firme del «ejército rojo», en este caso en baloncestístico, comenzó a hacer mella a partir del tercer período.
A la formidable actuación de Langdon se unió un Andersen que buscaba con saña en el poste bajo a un Nikola Vujcic que, pese a su incuestionable calidad, ha realizado una Final Four bochornosa. El australiano se sacudió los nervios de la primera mitad y comenzó a clavar sus lanzamientos tanto de cara como de espaldas. Asimismo, Holden dejó de jugar al gato y al ratón y enchufó dos triples importantes. Así, sólo gracias al empuje de la leal hinchada macabea soportaban los de Sherf el castigo de su contrincante. Errores como el de Álex García al fallar una fácil bandeja de contraataque y su agonía a la hora de tirar tiros libres, fueron claros exponentes. Van Der Spiegel puso un marcador de 54-63, pero fue respondido por un triple de Bynum en el último segundo del tercer cuarto: los israelíes aún vivían.
La final estaba a un tris de romperse definitivamente. Las huestes del mariscal Messina rebasaban la barrera mental de los diez puntos, 57-68, después de cargar con dos faltas a Vujcic, y Smodis -indiscutiblemente, el mejor «4» de Europa en la actualidad, pese a quien pese- le dio el golpe de gracia con un triple. Las caras de los fans israelíes decían algo así como «¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». Lógico, por otra parte.
Pero Bynum no estaba por la labor de dejar pasar los tres días de rigor antes de resucitar a su equipo. Su ímpetu y calidad dieron un respiro a Maccabi, aún a sabiendas de que CSKA difícilmente iba a dejar escapar la oportunidad de hacer repetir la historia de Praga en 2006.
Y es que cuando el rival es peor que el campeón, las miserias se ven. Un 6-0 de parcial dejó el choque finiquitado y al Maccabi crucificado, muerto y enterrado. Papaloukas puso punto final al choque. Después del paréntesis de 2007, el CSKA recupera un cetro continental que sólo Tau Baskonia puso en duda.
Con su victoria ante el Maccabi, el CSKA de Moscú lograba ayer su sexto entorchado europeo. Así las cosas, el conjunto ruso desempataba con los israelíes y se coloca en segunda plaza en el palmarés de la Euroliga, sólo detrás del Real Madrid.
El CSKA de Moscú confirmaba horas antes de disputarse la finalísima de la Final Four que lograba cerrar un acuerdo con Ettore Messina. El técnico italiano continuará liderando el banquillo moscovita por una temporada, con opción a otro año más.
La noche del sábado dio lugar la habitual ceremonia de premios de la Euroliga. En esta ocasión, no obstante, se rindió un sentido homenaje a 50 leyendas del baloncesto europeo. Nombres como Gomelsky, Sabonis o Rigas volvieron al primer plano.
El alero estadounidense Trajan Langdon fue designado como el mejor jugador de la final ganada por su equipo tras una votación realizada entre los medios de comunicación acreditados para la Final Four. El alero esquimal lideró al equipo moscovita ayer con 21 puntos, siete rebotes, siete faltas cometidas, dos robos y una asistencia, para una valoración de 33, la más alta de todos los jugadores que disputaron la final.
Formado en Duke, jugó tres temporadas en Cleveland Cavaliers, convirtiéndose en el primer jugador de Alaska en jugar en la liga profesional estadounidense. Tras una experiencia frustrada en Efes Pilsen, En cuanto a los premios de toda la temporada, intentó regresar a Estados Unidos pero se vio cortado por Los Angeles Clippers, donde no llegó a jugar.
Tras dejar plantado a Unicaja de Málaga, regresó a Europa para enrolarse primero en el Dinamo de Moscú y la pasada temporada cambió de barrio, siendo la principal apuesta de Messina para la conquista de Europa con el CSKA.
Este año la baza más importante del técnico italiano ha sido el lituano Ramunas Siskaukas que fue designado como el jugador más valioso dejando en evidencia el buen ojo del entrenador toscano. Tiago Splitter puso el color baskonista en estos galardones individuales de la temporada, al ser nominado dentro del quinteto ideal de la Euroliga como el mejor pívot. Los estadounidenses Terrell McIntyre (base del Montepaschi Siena), Trajan Langdon -mejor jugador de la final- y Terence Morris (Maccabi) completan el quinteto más valorado.
El FMP Zeleznik de Belgrado se impuso en la final del torneo júnior paralelo organizado por la Euroliga. El conjunto serbio, que dominó la final de cabo a rabo, venció por 70-80 al Barcelona. Dejan Musli, con 25 puntos y 14 rebotes, fue el MVP.