El día feriado no se ha notado nada, porque el pueblo llano no puede permitirse dos días sin trabajar. Ni los bancos cesaron su actividad. El pueblo peruano lucha por sobrevivir. Taxistas, conductores de micro y sus acompañantes que saltan para dar entrada a pasajeros y corean los lugares de destino, los moto-taxis, microcomerciantes con sus puestitos o recicladores (el nombre de aquellos que no tienen más opciones que recoger basura para seleccionarla para reciclaje), vendedores de dulces o fruta de semáforos, llenaban nuevamente ayer las polucionadas y caóticas calles de Lima.

En la zona de Miraflores sin embargo el día festivo ha sido impuesto pues el Gobierno y el Ayuntamiento de Lima decidieron prohibir la presencia en la calle de cualquiera de los antes mencionados para dar una imagen negativa.

Pero la realidad de Lima y Perú es otra, millones de personas sumidas en la pobreza que pueblan vastas extensiones de chabolas que circundan la ciudad. La Plaza de Armas, lugar neurálgico de la ciudad fue cerrada también para la ocasión. Igualmente las arterias de la ciudad fueron bloqueadas con rejas, bloqueando las carreteras circundantes a catorce hoteles, más todo el acceso a la zona del Museo de la Nación donde se celebra el evento y que han causado el caos viario.

El despliegue policial ha sido enorme con 13.000 policías movilizados. Pero el Gobierno de Alan García ha aprovechado la ocasión para hacer una gran campaña de publicidad, aprovechando la ocasión para proyectar una imagen de Perú como país avanzado en la línea de los europeos. De la misma forma, agasajó a su homónima alemana Angela Merkel a la que distinguió con una condecoración, un hecho que perseguía claramente entablar relaciones económicas con ese país, cuyas empresas no están todavía invirtiendo en el país.

Merkel aguantó estoicamente el rollo de Alan García aludiendo a Kant e incluso a Lutero. De la misma forma ayer fueron investidos doctores honoris causa Rodríguez Zapatero y Álvaro Uribe. Zapatero cito a Vallejo, reafirmándose en el espíritu neocolonial de su Administración apoyando a las transnacionales españolas no sólo en Latinoamérica sino también en otros continentes donde también ha ejercido de embajador transnacional, como en África (Argelia, Nigeria, Guinea Ecuatorial). Así utilizó la cita de César Vallejo «Si España cae (digo, es un decir) salid, niños, del mundo; id a buscarla!' (...) porque la encontraréis siempre».

Tanto Uribe como García, además de actuar como introductores de las transnacionales en sus respectivos países, preparando a sus ciudadanos para su aceptación, también actúan como herramientas de las transnacionales para convencer a los mandatarios vecinos más resistentes a esa claudicación para que cedan a las pretensiones transnacionales.

Así plantean la resistencia venezolana, boliviana o ecuatoriana a la firma de tratados de libre comercio como contraproducente para la decisión de otros países a firmarlos.

De igual manera, Alan García, con la socarrona y cínica forma que le caracteriza, aludió a su pretendida postura de izquierda, alegando que desde esa perspectiva él no podía dejar a los ciudadanos pobres de su país sin inversión cuando existe esa posibilidad.