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La voz de los pueblos unidos por un modelo alternativo de desarrollo

M. M. |

La búsqueda de un modelo alternativo que reconozca «la diversidad de los pueblos» es el motor de la Cumbre de los Pueblos, que se celebra en paralelo a la de América Latina, Caribe y la Unión Europea. Una de sus actividades centrales ha sido el Tribunal Permanente de los Pueblos que, en esta ocasión, ha sentado en el banquillo a una veintena de transnacionales, como Repsol-YPF, BBVA y Unión Fenosa.

A lo largo de esta semana, los ponentes han denunciado el papel que jugará el Tratado de Lisboa. Así, han subrayado que el principal objetivo de este texto es consolidar la imposición transnacional en América Latina y, en ese contexto sitúan los tratados de libre comercio con la UE, que pretenden establecer condiciones aún más propicias para la inversión europea.

Esta cumbre ha incidido también en la realidad de las relaciones entre Europa y Latinoamérica, eclipsadas por el histórico control estadounidense y sus constantes intentos de imposición.

Otro de los casos analizados fue la represión brutal contra la población de la sierra de Piura. El 95% de los habitantes se oponen a la minera Majaz. Las comunidades, presentadas como «terroristas» por el simple motivo de oponerse, han sido blanco de la represión policial que, hasta la fecha, se ha saldado con redadas masivas, heridos, casos de tortura y la muerte de dos activistas.

Junto a la denuncia, las raíces de los pueblos han estado muy presentes, tal y como se pudo comprobar en la apertura de esta cita, en la que se invocó a la Pacha Mama y al Inti.

Consignas históricas como «el pueblo unido, jamás será vencido» o «por una causa justa, los pueblos no se asustan», fueron una constante. A ellas se unieron otras -«queremos chicha, queremos maíz: multinacionales fuera», «la selva no se vende»-, reflejo de las problemáticas más actuales; la crisis alimentaria, el robo de tierras o los agrocombustibles.

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