Carlos Tena 2008/5/13
Zapatero llega a la cima de la mediocridad
insurgente
Los lideres de la ultraderecha (PP) y del centro-derecha que gobierna España (PSOE), se han distinguido desde siempre por un innegable amor por la mediocridad más exquisita, que es como los desean, desde las burbujas donde residen, todos los empresarios que dictan en España la política informativa que deben seguir la prensa, radio y televisión; mientras tanto, la capacidad para hacer política de verdad queda en pelotas, ante la avalancha de medidas destinadas únicamente a satisfacer las demandas de los poderosos, en detrimento de las justas reclamaciones de quienes se las ven y desean para llegar a fin de mes. (...)
(...) El rotundo y cerril convencimiento de que somos una nación donde sólo existen españoles-por-cojones, la voluntad irrebasable de los gendarmes y su rey por castrar la posibilidad de una reforma constitucional, que respete el derecho de autodeterminación de vascos, catalanes y gallegos, o la negativa a conceder una amnistía general, que pudiera significar un paso serio hacia el diálogo total, son la muestra más clara de la crítica situación que atraviesa todavía esa transición, que comenzó hace ya más de 30 años; aunque Zapatero, tan infantilmente cazurro, durante la actual campaña electoral en Euskadi, salga por bulerías gritando a sus fans de Barakaldo que «...la senda por caminos peligrosos, el camino falso soberanista, jamás será aceptado, porque las reglas son las reglas que todos nos hemos marcado».
Ahora resulta que eso que llaman la Carta Magna, no es otra cosa que los Principios Fundamentales del Movimiento. (...)
Este régimen de Zapatero y del Borbón no solamente ignora, deliberada e irrespetuosamente, su derrota moral, bloqueando todo atisbo de consenso y diálogo con las verdaderas fuerzas de oposición, sino que de la manera más descarada, recurriendo al tan casposo españolismo, continúa en su alocada carrera de multas, cárcel y sanciones, intentando convertirse en el azote de las autonomías que aspiran a ser naciones reconocidas en los foros internacionales (...). Lo que ellos decidan, a mí no debe importarme, pero defenderé siempre su inalienable derecho a la luchar por la independencia.