La Real volvió a responder en otro partido en el que no había margen para el error y su victoria le permitió dormir a sólo dos puntos del Sporting y a uno del ascenso a la espera del resultado del partido de hoy de un Málaga que deberá superar esa presión.

Del encuentro de ayer sólo se pueden hacer dos lecturas positivas. La primera, por la reducción de la desventaja con respecto a un equipo asturiano que rompió en casa ante el Salamanca su racha victoriosa. Y tampoco será fácil jugar hoy para el Málaga tras perder su último partido ante su público. Tiene la presión de saber que si no vence hoy habrá visto reducida su diferencia desde los ocho que tenía cuando la Real visitó a La Rosaleda a uno o dos puntos y, si sucede eso, el fútbol volverá a demostrar lo que cambian las cosas en una sola semana.

Pero cambian, fundamentalmente, porque la Real siempre responde cuando no puede fallar. Y esa es la conclusión más importante del encuentro de ayer. Porque no fue nada fácil el triunfo y el 3-0 que llegó a reflejar el marcador del estadio de Anoeta para nada refleja las dificultades que encontró el equipo blanquiazul para superar el planteamiento rival.

El Granada 74 cedió la iniciativa del juego a la Real y se centró en destruir como si el punto que regala el reglamento de entrada resultara suficiente para aliviar su delicada crisis clasificatoria. El equipo blanquiazul movió el balón con paciencia, pero en todo el primer tiempo le faltó acertar a crear ocasiones.

Tras el partido Lillo se quejó especialmente de la falta de acierto de Nacho en las opciones que tuvo. El malagueño volvió al once y no pudo con Ruz ni con el donostiarra Fagoaga. Por el centro el Granada 74 se cerraba bien, por la derecha Gari tendía mucho al centro del campo y con esas premisas sólo se pudo contabilizar en el primer tiempo una jugada peligrosa. En ella primero Delibasic puso a prueba a José Juan y en el rechace Gari intentó una vaselina que Cristian Díaz sacó bajo palos antes de golpear el balón en su mano en una acción que no pareció ser merecedora de ser sancionada, pero sí pudo condicionar al árbitro en la continuación.

Tres penaltis en 18 minutos

Así Hevia Obras, que daba la sensación de ser bastante casero, aprovechó la primera opción que tuvo en el segundo tiempo para pitar un penalti que Gerardo no supo aprovechar al lanzar el balón suave y adivinarle José Juan la intención. Bueno, el que adivinó el lanzamiento fue un realista al que ayer le tocaba jugar infiltrado en el Granada 74, Fagoaga, que le dijo hacia donde debía lanzarse a su portero.

La jugada supuso un revulsivo para el Granada 74 y un fuerte golpe psicológico para la Real, pero otro nuevo error del colegiado al señalar un penalti inexistente a Mikel González resultó ser la salvación para la Real.

Porque Luque también lo falló y un equipo que lleva una serie de nueve partidos sin ganar acusa más este tipo de golpes. Además la Real tuvo la suerte de que falló el jugador de más calidad del Granada 74, que desde su lanzamiento al poste tuvo la mirada más puesta en el suelo que en la portería rival, con lo que todo el peligro quedaba en las botas de un Xisco que, además de marcar, fue el que más peligro creó de su equipo pese a ser uno de los que menos jugó.

El aspecto anímico es clave en el fútbol y el equipo granadino quedó más tocado de ese intercambio de golpes y la Real volvió a recuperar el mando en el juego y encontró una ayuda arbitral en esa ruleta rusa que supone el mal nivel del arbitraje. Hevia Obras había tenido antes una opción más clara en un empujón sobre Garitano que podía merecer esa sanción, pero prefirió pitar penalti en un lance en el que no está claro que José Juan toque a Delibasic, pero el ariete se tiró cuando vio que el balón se le alejaba y encontró el premio a su gran trabajo.

Partido más abierto

Esta vez Víctor no falló y ese gol obligó al Granada 74 a cambiar su estrategia, aunque curiosamente su entrenador retiró a un delantero y puso en el campo a un pivote defensivo para buscar la remontada. Porque es fácil buscar las culpas en el mal arbitraje, pero Hevia Obras por lo menos debió pitar un penalti más en el área del Granada 74 que en el de la Real y por eso no es justo buscar excusas en el trío arbitral y no admitir que sólo un equipo hizo méritos para ganar y vestía de blanquiazul.

Porque los andaluces tampoco inquietaron con el marcador en desventaja y así llegaron los goles de Martí, tras una gran jugada de Castillo, y Víctor, en una acción sobresaliente de Delibasic, que permitieron a los aficionados respirar tranquilos y centrarse en las noticias positivas que llegaban desde El Molinón.

Porque muchos daban por inaccesible al Sporting, pero ahora sólo queda a dos puntos. También parecía inalcanzable el Málaga cuando llegó a estar a ocho puntos hace cuatro semana, y hoy deberá puntuar para no quedar sólo a uno. Cuando la Real gana, todo se puede mirar con mejores perspectivas y por eso es importante que los blanquiazules consigan otra victoria el próximo sábado en Tenerife. Mientras los de Lillo sigan salvando las finales que se le presentan, el ascenso sólo se podrá acercar. Nunca se alejará.