Los niños y las niñas tienen derecho a disponer de ámbitos educativos que el entorno familiar y la calle no pueden ofrecerles. Estamos hablando de escuelas infantiles. Los niños y niñas pequeños necesitan y además tienen derecho a una educación en la que tenga cabida el mundo social, en la que sus nacientes identidades se desarrollen ante retos culturales ofertados desde su propia cultura. La escuela debe estar preparada para ser un lugar de intercambio y socialización entre familias (y se está constatando como un extraordinario recurso de integración adecuada y temprana para la creciente población inmigrante), en el que se amplían, enriquecen y diversifican los distintos puntos de vista que las familias tienen sobre la educación de sus hijos e hijas. Deben ser contextos educativos complementarios a la educación familiar. La figura de la familia hay que complementarla hoy con los servicios educativos para la infancia.

La escuela infantil -como lo demuestran tantas y adecuadas experiencias en nuestra comunidad- es un ámbito en el que se desarrolla, de forma complementaria a la familia, el derecho a la educación de los más pequeños. Por esto es importante que se planifiquen bien las infraestructuras, los espacios, las ratios, la cualificación y dignidad profesional y la formación.

Así planificados, los centros tendrán un proyecto educativo, ya que será la carta magna donde debe comunicarse formalmente su identidad, su filosofía de trabajo, su forma de concebir la educación, la pedagogía que la haga posible mediante las técnicas educativas más adecuadas y que deben reflejarse en él. Es en la práctica pedagógica donde nos jugamos el presente y el futuro de la educación. Aquí hacemos una reseña importante que rescatamos del informe Pisa, en la que se dice que una de las claves del éxito es la escolarización temprana. Se subraya que en países donde no hay segregación de alumnos se diagnostican y abordan problemas mejor desde el momento en el que se plantean.

Sin duda el gasto en educación es uno de los factores más relevantes a la hora de obtener buenos resultados educativos.

Cuando hablamos de la construcción, reforma o remodelación de una escuela, sabemos que son proyectos que conllevan bastante dificultad. No hay demasiada bibliografía al respecto. Constatamos cómo los arquitectos que se acercan para proyectar con una información adecuada inmediatamente se percatan de que están ante una construcción singular, que nada tiene que ver con una construcción estandarizada. No es una escuela convencional. No sirve el modelo «escuela». No es una casa, pero precisa tener la concepción de casa para sus múltiples dependencias. Frecuentemente se diseñan escuelas infantiles con dimensiones parecidas para cada aula, como si fueran pequeños apartamentos que se construyen en las playas y montañas para los fines de semana. No sirven para ser la casa y la escuela de grupos de 14 personas de menos de un año, o de 32 de menos de tres. La cualificación del espacio-ambiente en los centros de educación infantil es fundamental, ya que consideramos cualquier momento del día (baño, comidas, siestas, salidas, entradas) de privilegiado carácter educativo y hay que dotarlas para tal fin.

Además nos encontramos con unas ratios determinadas por la administración en estas edades excesivas. Malaguzzi (pedagogo italiano, ideador de un modelo educativo reconocido a nivel mundial de Educación Infantil) dice que una persona sola con ocho lactantes o con 11 niños de uno a dos años sólo puede hacer una pedagogía bucólica, de contener a las ovejas en un redil.

Desgraciadamente todavía existe una representación social pobre de la infancia que no se corresponde con los avances científicos, psicológicos y pedagógicos. Y aunque hay un alto consenso teórico, hay una baja intensidad práctica, porque es muy difícil cambiar concepciones, hábitos y prejuicios ya existentes. La educación infantil -principalmente el 0-3- es considerada de escaso prestigio incluso por las familias. Éstas tienen también que aprender qué es calidad de enseñanza.

Sin embargo, constatamos que cada escuela infantil es una pequeña comunidad de aprendizaje en la que lo importante son las relaciones entre todos los elementos de dicha comunidad. Las educadoras y educadores, las relaciones con el personal de cocina y auxiliar de limpieza, el intercambio constante de las experiencias, las reuniones pedagógicas, los intercambios diarios y transparentes con las familias permiten consolidar esta pedagogía de las relaciones, donde lo importante es no establecer separaciones para niños y adultos.