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Querella de Vil

Ines INTXAUSTI | Crítica de televisión

Nos han hecho creer que fue Telma Ortiz Rocasolano quién compareció la pasada semana en un juzgado de Toledo, para pedir protección sobre su identidad e intimidad frente a más de cincuenta medios de comunicación. Pero no fue ella, sino Erika Ortiz Rocasolano quién, de alguna manera, se manifestó en alma allí y entonces. Erika Ortiz era una joven anónima, como el 99 por cierto de los mortales (en el Estado español, el 80%), y llevaba una vida más o menos anodina, como el tanto por ciento anterior. Estaba casi separándose, como el 100 x 100, y tenía un amigo con quien se abrazaba discretamente, como el 1.000 x 1.000 de nosotros. Esos momentos que, quién más quién menos, los ha vivido alguna vez, son momentos muy íntimos en los que uno pretende no hacer daño a ningún tercero. Y hete aquí que. al día siguiente, una foto de Erika con ese joven forra todos los kioscos de España (vuelve a amanecer), su casa está pertrechada por más de doscientas personas disparándole a diestro y siniestro con cámaras digitales y Tele5 emite, como ya lo hiciera el pasado jueves con el monstruo Fritzl de Austria, un día temático acerca de este tema que les cuento. Mientras algunos personajes engordaban su patrimonio con las dichosas fotos, Erika se desvanecía y diluía en su infraestructura colateral. Si eso es admisible, que vuelva Corcuera y dé una patada en la mesa. Todos sabemos lo que le ocurrió a Erika Ortiz, la hermana muerta de la princesa... Nadie tiene la culpa de que su hermana se case con un príncipe heredero. El peligro, además es nimio: solamente hay uno por país. Y el de al lado eligió a una civil para inseminar y así perseverar en el trono. Así que Telma no sólo tiene razón, sino que debe también perseverar en su denuncia. En Madrid no tienen escrúpulos en cerrar medios de comunicación y Telma querrá poder abrazar a sus amigos como todo hijo de vecino a plena luz del día y salir a tomar una cerveza, sin que al día siguiente nos lo tengan que juzgar en Tele5, la cadena sicaria que dispara sobre sí misma.

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