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Josebe Egia

Porque hay razones

No discutimos poco en su día, cuando entró en vigor la Ley Integral contra la Violencia de Género, si era justa, correcta, valía para algo... -todas las vertientes del asunto que se nos puedan ocurrir- que las penas que se establecían para los hombres, por determinadas agresiones físicas o psíquicas contra su pareja, fueran más duras que para las mujeres. Ahora el Tribunal Constitucional (TC) viene a darnos la razón a quienes manteníamos que era una medida válida y positiva.

No me siento más legitimada porque el TC coincida con lo que defendí en este txoko, ni tampoco creo que la vía penal sea la panacea para ir eliminando esta lacra social, pero ambas cosas van en la línea de propiciar un cambio de mentalidades que, en definitiva, es la única receta que vale para este mal. No obstante, me temo que ninguna de estas circunstancias afectará directamente a quienes operan con el «la maté porque era mía» o consideran a las mujeres «cosas» sobre las que ejercer su dominio.

Y que coincida con el TC en que hay razones para agravar las penas en el caso de los agresores no me llena de satisfacción, entre otras cosas porque este Tribunal, como el resto, está mediatizado por la ideología de sus componentes y, en este caso de modo todavía más claro, políticamente. No hay más que ver como se nutre -de 12 personas que lo componen cuatro las propone el Congreso, cuatro el Senado, dos el Gobierno del Estado y dos el Consejo General del Poder Judicial-, lo que luego se refleja claramente en los temas polémicos como éste. La votación final para dictar la sentencia que ha avalado la agravación de la pena para los hombres ha dado como resultado siete votos a favor y cinco en contra. Coincide con los que en el ámbito político se consideran sector «progresista» y «conservador».

La sentencia todavía no es pública -aunque, como siempre, algún medio ya la conoce-, porque cuentan que el Tribunal entiende que debe ponerse el acento en el mayor desvalor que supone la conducta del hombre que maltrata a su pareja. Que el distinto tratamiento penal se justificaría no en una discriminación positiva porque la mujer sea especialmente vulnerable, sino en que la conducta del maltratador es más reprobable y, además, más frecuente, ya que el 99% de las agresiones de este tipo son causadas por los hombres.

Por si esta argumentación no fuera suficiente, se puede añadir otra razón. También en un porcentaje muy grande de casos, en la relación de pareja el hombre parte de una posición de superioridad y dominación, que es la que subyace en el sustrato cultural de la sociedad, lo que luego se refleja en la relación privada. Ese sustrato cultural que hace que el presidente de la Audiencia Provincial de Barcelona se haya permitido hacer un «chiste» con el asesinato de mujeres a manos de su pareja. El muy «gracioso», en una rueda de prensa, soltó ni más ni menos ese que dice: «¿y usted por qué mató a su mujer?, y el otro responde: «¿usted no ha tenido ganas nunca?». ¡Así nos va!

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