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Temporada del Athletic

Tras cumplir el objetivo, ahora toca mirar hacia cotas más ambiciosas

Los rojiblancos han cumplido con el objetivo marcado para esta campaña, aunque podían haber dado otro paso más hacia adelante. El próximo año, las miras han de ser más altas para ganar en ilusión.

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Beñat ZARRABEITIA

Las principales claves de la campaña del conjunto rojiblanco son analizadas en este texto. Los leones han conseguido ahuyentar los fantasmas de las dos campañas anteriores y el cambio de ciclo en la plantilla ha de invitar a marcarse metas más altas para el año próximo.

Los dos años que el Athletic pasó al borde del abismo supusieron una losa sobre buena parte del entorno rojiblanco. Cambiar las tornas de una situación tan agobiante no es fácil, pero vivir permanentemente mirando hacia atrás tampoco ayuda en nada a superar los trances. Así, para justificar las dificultades que el equipo ha pasado hasta marzo, el presidente apeló a una de sus frases más repetidas: «Hay que tener en cuenta de donde venimos».

El objetivo principal de esta temporada era vivir un final de campaña tranquilo. Se ha conseguido, pero no es menos cierto que el listón ha estado también más bajo que nunca. Y es que uno tiene la sensación de que el Athletic podría haber sumado algún punto más. Los descalabros contra Zaragoza, Valencia y Espanyol han abierto el abanico de opciones en la zona noble, pero, finalmente, los rojiblancos no han accedido a dichos puestos. En cambio, equipos de «su Liga» al inicio de la campaña, como son Racing, Mallorca, Almería y Depor, han acabado por delante de los bilbainos.

Los vizcainos han terminado la temporada con 50 puntos. Siete de ventaja sobre la zona de descenso y 10 de desventaja sobre la UEFA. Unas cifras que sitúan a los bilbainos en mitad de la tabla. Un final que se hubiera firmado en agosto, pero que visto el devenir del campeonato no acaba de convencer.

En las jornadas finales el Athletic ha desperdiciado la posibilidad de volver a Europa, vía Intertoto, en medio de una mediocridad general en la Liga. Y es que, a pesar del retroceso del nivel global, los rojiblancos sí que han dado un paso al frente, pero quizá no lo suficiente en cuanto a ambición.

Los defensores de Caparrós esgrimen la mejoría defensiva como principal aval del trabajo del utrerano. No les falta razón, ya que ese ha sido junto con la motivación a determinados jugadores uno de los puntos fuertes de su labor. Respecto al año anterior, el Athletic ha encajado 19 tantos menos y ha concluido el curso como el cuarto equipo menos goleado. El defender de manera colectiva, con mayor número de ayudas, el equilibrio que da Javi Martínez, el limitar las subidas de Iraola o las aportaciones de Gorka Iraizoz, Koikili o Amorebieta han sido clave para dicha reducción.

Asimismo, hay que reconocer la valentía del andaluz para apostar por el de Otxandio y Armando o el acierto que tuvo con los cambios en choques como el del Barcelona en San Mamés o el Recre en Huelva. Su labor con los jóvenes, aunque las jornadas de tecnificación ya las puso en marcha Heynckes hace un lustro, también es de agradecer.

Pero, también existen apartados negativos. Y más de uno además. El primero, los problemas del equipo para marcar. Los rojiblancos sólo han marcado 40 goles, siendo el cuarto equipo menos realizador. De hecho, han marcado menos tantos que en la negra temporada anterior. La escasa fluidez del juego en la zona medular no ha ayudado demasiado en esta faceta.

En el apartado táctico, Aguirre, Schuster, Pellegrini, Emery o Manzano han sabido manejar mejor la pizarra en sus partidos contra los bilbainos. El defender las jugadas a balón parado por acumulación también ha complicado las cosas a los vizcainos.

Otro de los puntos que merece un comentario es la gestión del grupo. Caparrós ha sido fiel a algunos jugadores, de hecho, Amorebieta afirmó que sabía «que un error no me manda al banquillo», lo cual es lógico pero poco edificante viendo el nivel de Ustaritz, y ha confiado en ellos a pesar de repetir fallos, como fue el caso de Ocio.

Otros, en cambio, como Expósito, Cuéllar, Muñoz, Tiko, Prieto o Zubiaurre no han contado para nada. Caparrós ha preferido soluciones de urgencia antes que tirar de ellos. Se han visto marginados a pesar de tener mucha experiencia y en algún caso, como el de Aranzubia, ha quedado claro que el míster no los quería. En el mismo apartado, cabría señalar que en verano se descartó a Alba y Garmendia sin verles. Finalmente, el de Basauri se quedó y su calidad le ha hecho ganarse un hueco.

Tampoco hay que obviar el exceso de ímpetu mostrado por algunos jugadores, en algunos casos con actuaciones poco acordes a lo habitual en el Athletic, y que les han llevado a ver 127 amarillas y nueve rojas.

En cuanto a la plantilla, se percibe un cambio de ciclo. Los jóvenes - Javi Martínez, Llorente, Susaeta, Amorebieta o Ustaritz- han dado un paso al frente y parece que formarán la columna vertebral del equipo junto a Iraizoz, Iraola, Gurpegi o Aduriz en los próximos tiempos. Si bien es cierto que el donostiarra, al igual que otros como Yeste u Orbaiz, ha cumplido una campaña decepcionante en lo personal. Tampoco la gran mayoría de los fichajes veraniegos ha ofrecido el rendimiento esperado. David López no ha rendido al nivel de Osasuna, lamentablemente Del Horno ha sido un fiasco, la relación rendimiento-precio de Ocio es inasumible y Cuéllar e Iñaki Muñoz casi no han participado.

Habrá que esperar para saber cuál es la composición del próximo plantel. Se esperan pocas novedades, seguramente para las bandas, pero el Athletic tiene mimbres suficientes para postularse como un equipo con opciones de luchar por Europa.

En definitiva, lo vislumbrado este año ha de invitar a pensar en que el lugar del Athletic en la próxima campaña ha de ser el de la pelea por la UEFA. Sin la obligación de entrar, porque es difícil y existen factores como las lesiones o la suerte, pero sí en una pugna que alimente la ilusión y haga tangible un paso adelante ya necesario.

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