La película «Che», rodada por el director estadounidense Steven Soderbergh y presentada ayer en el Festival de Cannes, podría ser la versión «definitiva» de la vida del revolucionario argentino, según afirmaron ayer los actores Jorge Perugorria, Carlos Bardem, Oscar Jaenada y Damián Bichir, que actúan en este film. «Es un trabajo muy serio y riguroso», aseguró el cubano Perugorria.

Los cuatro coincidieron en señalar, en declaraciones a Efe, «el impresionante trabajo» realizado tanto por Soderbergh como por el protagonista, el actor puertorriqueño Benicio del Toro, que «hace un increíble retrato» de Ernesto Che Guevara.

Las películas «El argentino» y «Guerrilla» se proyectaron ayer por la noche en Cannes en un solo pase que duró cuatro horas y media, aunque en su estreno comercial, previsto para setiembre y noviembre, respectivamente, es verán por separado. Rodada en castellano -a pesar de que Soderbergh no habla ni una palabra- en localizaciones del Estado español, México, Puerto Rico y Bolivia, la película narra el inicio de la revolución y el final del Che en Bolivia.

Perugorria defendió que se cuente esta historia. «Es bueno por la gente que murió por sus ideas, por la justicia social, por lo que significa y significará siempre. Además, es una buena oportunidad para que Estados Unidos vea otra perspectiva de la revolución cubana», puntualizó el actor cubano, que interpreta a Joaquín, un campesino que se integra en la revolución.

«Grandes idealistas»

El español Bardem, que interpreta al líder minero Moisés Guevara, aseguró que «desde el principio tuve la noción de que estábamos haciendo algo grande sobre los grandes idealistas».

Por su parte, el Fidel Castro de ficción, el actor mexicano Damián Bichir, defendió el papel del líder cubano en la historia, mientras que el español Jaenada, que interpreta a un minero boliviano, afirmó que para él el Che es «un icono».

Por otro lado, y dentro también de la competición oficial, se proyectó ayer «La mujer sin cabeza», de la argentina Lucrecia Martel, que muestra «la capacidad que tenemos para no ver lo que no queremos ver» en el que la protagonista, al igual que ocurrió durante la dictadura argentina, se convierte en «ciega» -sin serlo- para tratar de que no exista el atropello que ha cometido, y en el que podría haber muerto una persona, un adolescente indígena. «Plasmo mis recuerdos y percepciones de la dictadura», afirmó Martel.