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Montañismo Angustioso descenso del Annapurna

Otxoa de Olza resiste a 7.400 metros a la espera del rescate

El iruindarra está semiinconsciente y permanece en el campo cuatro junto al rumano Horia Colibasanu, que lo atiende en todo momento

Arnaitz GORRITI | BILBO

El descenso del Annapurna está resultando angustioso para Iñaki Otxoa de Olza y sus allegados. Después de abandonar en su intento de atacar la cumbre de la montaña más peligrosa a cien metros, el alpinista iruindarra está pasando sus peores días.

Semiinconsciente, con congelaciones en las manos, sin poder moverse, comer, ni tan siquiera hablar, víctima de un más que probable edema cerebral -todavía por confirmar- Otxoa de Olza permanece en el campo cuatro junto con su compañero de expedición, el rumano Horia Colibasanu, que es quien cuida de él continuamente mientras aguardan el rescate. De confirmarse el diagnóstico del navarro, sería necesario su inmediato traslado a inferior altitud. El ruso Alexei Bolotov, compañero de Otxoa de Olza en el ataque a la cumbre, descendía aquejado de un edema pulmonar.

En cualquier caso, las noticias de ayer avivaban la llama de la esperanza. Después de un martes dramático, en el que los teléfonos móviles de los alpinistas se quedaron sin batería y en el que se supo que era imposible que un helicóptero pasara de los 5.200 metros, ayer se conoció que esta situación puede tener un final feliz. Por un lado, Otxoa de Olza sigue vivo y, además, una cordada suiza compuesta por Uli Steck y Simon Anthamatten, uno de los dúos más en forma del momento, se encuentran ya en el campo tres, a 6.900 metros, y se esperaba que puedan establecer contacto con Otxoa de Olza y Colibasanu esta mañana.

Plan de bajada

Es evidente que lo primero que debe suceder es que el dúo helvético, que lleva una serie de medicinas consigo -corticoides, dexametasona...- ascienda hasta el campo cuatro. A partir de ahí, habrá que ver si las medicinas surten el efecto deseado en Otxoa de Olza para poder emprender el descenso.

Según lo expuesto por Jorge Nagore, uno de los intermediarios de la expedición con los medios, «si se trata de un edema, perder altitud, unos 300 o 400 metros, podría hacer que Iñaki se encontrase un poco mejor. Pero en el camino deberá salvar una pared, y la tendrá que bajar Iñaki, o bajarla atado».

Una segunda cordada de rescate, compuesta por dos alpinistas rumanos y otro polaco, que además es médico, -que han omitido su identidad para evitar inoportunas llamadas a sus teléfonos- también se ha movilizado, aunque el helicóptero que los trasladaba tomaba tierra en Chomrong, a un día del campamento base.

A las pocas horas de conocerse la situación, la noticia generó un enorme movimiento de apoyo en el mundo montañero, como suele ser habitual, y es que Otxoa de Olza es un reputado himalayista, con 15 cimas en su haber en 30 expediciones.

esperanza

Después de un martes de angustia, la jornada de ayer hacía renacer esperanzas entre los más cercanos al himalayista navarro. Otxoa de Olza sigue vivo.

Héroes y amigos

El rumano Colibasanu permanece junto al iruindarra, alimentándolo y manteniéndolo hidratado, a la espera de que los suizos Steck y Anthamatten lleguen.

Suerte dispar en el Everest y el Makalu

La «veda» de los ochomiles se ha abierto, de modo que no sorprende encontrarse con expediciones vascas, o presencia vasca en heterogéneas cordadas, aunque no siempre tienen la misma suerte.

Por un lado, Juan Ramón Madariaga alcanzaba ayer la cumbre del Everest junto al alpinista catalán Jordi Estanyol. En un día de «mucho tráfico» debido a las innumerables cordadas que buscan atacar la cima del mundo, el dúo vasco-catalán partía del Collado Sur, a 7.950 metros, y después de 14 horas, completaron el itinerario final de la vertiente Sur (Nepal). Ambos montañeros acabaron su exitosa jornada iniciado el largo y peligroso descenso hacia el Campo 4, a unos 7.950 metros de altitud.

No tuvo tanta suerte la Basque Expedition 2008 del Makalu. El cuarteto formado por los guipuzcoanos Pedro García, con congelaciones en los pies, Koke Lasa, Luis Kortabitarte y Ander Goitia, junto a una expedición andaluza, desistían en su afán de hollar la cumbre del Makalu debido a las malas condiciones meteorológicas, especialmente por culpa del viento.

A. G.

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