El Congreso Nacional Africano (ANC), en el poder en Sudáfrica, ha instado a su militancia a formar comités en los townships (suburbios) para acabar con los pogromos contra extranjeros.

Su secretario general, Gwede Mantashe, hizo un llamamiento desde la publicación del movimiento a ayudar a las víctimas de estos ataques. Recordó, en este sentido, «la solidaridad con la que las comunidades pobres de Angola, Mozambique, Zimbabwe, Zambia. Tanzania, Nigeria y de otros muchos estados africanos» acogieron a los represaliados sudafricanos durante la lucha armada contra el apartheid.

«A nuestros hijos les hicieron sitio en las abarrotadas escuelas de pueblos en la miseria y cuando caímos heridos o enfermos, los hospitales de muchos países africanos nos curaron», añadió.

La ira se extiende a todo el país

Los ataques xenófobos alcanzaron la provincia de Cap, destino turístico del suroeste del país y sede del Parlamento, y tienen ya como objetivo a la comunidad paquistaní.

Irónicamente, fue tras una reunión pública contra la xenofobia cuando la tensión degeneró en pogromos en el corazón del suburbio de Dunoon, 20 kilómetros al norte de la aglomeración urbana de Cap.

Grupos de personas atacaron de noche tiendas pertenecientes a zimbabuos y a otros grupos extranjeros.

Nuevos ataques han sido consignados en Durban, puerto del océano Índico en la provincia de KwaZulu-Natal (sureste), donde un malawita murió el jueves.

La Policía ha informado, asimismo, de ataques en la provincia del Noroeste, limítrofe con la provincia de Gauteng (de la que es capital Johannesburgo, escenario de los primeros pogromos). El objetivo de estos nuevos ataques era la comunidad paquistaní. Paquistaníes fueron atacados la víspera en la provincia de Free State (centro).

Un año crítico

Estos episodios de xenofobia estallan en un año marcado por la crisis política en torno a la sucesión en la jefatura del país y por la crisis energética de la primera economía del continente.

A finales del año pasado, el jefe del Estado, Thabo Mbeki, fue apeado de la presidencia de la ANC, que detentaba desde las primeras elecciones democráticas de 1994, y fue sustituido por Jacob Zuma. Este último cuenta con el apoyo de los sindicatos y del Partido Comunista, que denuncian la deriva liberal del país, con un 40% oficial de paro y una extrema pobreza.

A principios de año, los cortes de electricidad masivos dejaron en evidencia lo obsoleto de la infraestructura del país. A ello hay que sumar la inflación del 10% en plena crisis mundial.