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Las asociaciones de protección defienden la adopción de perros y gatoS

«Adoptar un gato o un perro en lugar de comprarlo es una alternativa solidaria, porque si lo compras estás fomentando la cría de animales al tiempo que las perreras matan decenas todos los días», argumentan desde la asociación protectora de animales SOS Bilbao, que defiende esta solución.

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Agustín GOIKOETXEA

Evitar el sacrificio es la máxima de colectivos en defensa de los animales con decenas de colaboradores en Euskal Herria. Así, por ejemplo, SOS Vitoria explica que luchan por el bienestar de perros o gatos buscándoles un hogar digno, «donde puedan tener la oportunidad que su anterior dueño les ha negado».

A pesar de que no se escatiman esfuerzos, en algunas ocasiones no se logra buscar un hogar para todos. Así, la Asociación Protectora de Animales y Plantas de Gipuzkoa, que aclara que no es una perrera, señala que es una «clínica-refugio, donde viven los animales hasta que encuentran un hogar. A diferencia de una perrera -apostillan-, a estos animales no se les mata cuando pasa un tiempo. Si hay un espacio y no dan problemas los animales viven en el refugio de forma indefinida». Sus instalaciones de Usurbil tienen capacidad para alrededor de 140 canes y 300 mininos, al margen de conejos, una llama, ponis, burros, cabras, ovejas, un carnero y una yegua.

En el caso de Gipuzkoa, adoptar un perro o un gato no tiene coste de compra, excepto los 75 y 60 euros que se abonan por los gastos de vacunación, pruebas veterinarias o la desparasitación. Además, se realiza una esterilización obligatoria, que se efectúa de manera gratuita, y a los canes se les instala un microchip.

En Bizkaia, SOS Bilbao mantiene una entrevista con el candidato para conocer sus costumbres, su experiencia y, en resumen, tratar de conseguir un equilibrio positivo entre el animal y el futuro adoptante. La persona tendrá que ser mayor de edad y firmar un contrato de adopción, en el que se compromete a cuidar al animal y cubrir todas las necesidades que tenga, tanto físicas como emocionales. En el documento también se recoge el compromiso de proporcionarle los cuidados veterinarios que precise o devolverlo si no puede hacerse cargo de él.

Una vez entregado, la asociación protectora vizcaina lleva a cabo un seguimiento para comprobar que las condiciones siempre son las óptimas, guardándose el derecho a recuperarlo en caso de observar «anormalidades». Por ejemplo, no se permite que el animal sea destinado a cría o cruce. También se prohíbe la mutilación total o parcial de rabo, orejas o arrancar uñas a los gatos.

Al margen de estas cuestiones «técnicas», desde SOS Bilbao se dirigen a los interesados para aclararles que si se pone como condición que el animal tenga una determinada raza o pedigree será difícil encontrar lo que busca, pero no imposible. «Nosotros te sugerimos que pienses también en la posibilidad de adoptar un animalito esperando que sea tu corazón el que hable a partir de las fotos o dejando que surja el `flechazo' al verlo. Tu decisión -subrayan- puede salvar una vida, la vida del que muy posiblemente pronto será tu mejor amigo».

Aunque la mayoría de quienes se acercan a las asociaciones solicitan un cachorro, éstas inciden en que los adultos tienen ventajas, como su mayor tranquilidad; un físico definido, «sin sorpresas»; o un carácter ya formado que garantiza una elección más segura. Asimismo, creen que los animales agradecen el gesto de sus nuevos amos. «La mayoría de los perros y gatos abandonados lo han pasado muy mal y agradecen con enorme cariño cada gesto de amor hacia ellos», puntualizan.

«Nuestra experiencia nos dice que un perro `se hace'; es decir, se amolda perfectamente a la vida con sus nuevos dueños, a sus hábitos y reglas, mostrando además, si ha sido adoptado tras un abandono, un amor y fidelidad sin límites», defienden desde SOS Bilbao. Además, remarcan que el aprendizaje del perro va ligado al instinto de juego y no pierde dicho instinto hasta muy avanzada edad, por lo que la adopción de un perro nunca deberá supeditarse a los años que tenga.

Diferentes procesos de adopción

El seguimiento tras el proceso de adopción por parte de la protectora trata de garantizar que el animal tenga una existencia digna. Con este tutelaje buscan ir mejorando en esta labor pues son conscientes de las diferencias que, por ejemplo, hay entre unos y otros perros y los humanos que los reciben.

A una primera llamada telefónica de voluntarios de SOS Bilbao para interesarse por la situación entre can y humanos siguen otras, especialmente durante los dos primeros años de adopción, que suele ser, en opinión de los expertos, el periodo durante el que pueden surgir problemas. Asimismo, la entidad deja las puertas abiertas a que se les consulte sobre cualquier duda.

El proceso de un cachorro es más complicado a la hora de integrarse en una familia, que cuando se trata de un adulto, debido a que aún no ha aprendido las normas de higiene y comportamiento. Si la persona que ha adoptado nunca ha tenido un cachorro a su cargo, no sabe cómo anticiparse para evitar «pequeños problemas». Los adultos «son ideales -según estos amantes de los animales vizcainos- si no vas a tener tiempo para la educación de un cachorro».

Quien opte por una cría debe ser consciente de que de los 3 a los 8 meses de vida a los canes les llama todo la atención y disfrutan mordiendo cuanto encuentran a su paso, especialmente cuando están cambiando de dentadura. Por supuesto, los cachorros no controlan en principio sus necesidades fisiológicas y se necesita mucha paciencia.

Pero la adopción no es la única iniciativa de la protectora vizcaina, que desde hace unos meses viene impulsando una campaña de apadrinamiento. De esta manera, la persona que está sensibilizada con los derechos de los animales y no puede tener más puede apadrinar un perro para ayudar a su manutención hasta que, con un poco de suerte, se busque una familia adoptante.

No es la única vía para colaborar con SOS Bilbao, que ofrece la posibilidad de acoger temporalmente a un animal. «La perrera no es sitio para determinados animales, cachorros jóvenes o animales convalecientes, que sin los cuidados personalizados que necesitan acabarían enfermando. Encontrar una casa en un determinado momento para ellos -remarcan los integrantes de la asociación- puede significar salvarles la vida».

Por sus condiciones higiénicas y, en muchos casos, de hacinamiento, la mayoría de las perreras constituyen lugares en los que el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas es elevado, con lo que la supervivencia de determinados animales es prácticamente imposible.

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