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Ban Ki-moon aboga por producir un 50% más para hacer frente a la crisis

La controversia que rodea a la fabricación de biocombustibles y al proteccionismo agrícola dominó la apertura de la cumbre de la FAO en Roma, donde Ban Ki-moon recordó que la producción de alimentos debe aumentar un 50% para el año 2030 para superar la crisis alimentaria mundial. El director general de la FAO, Jacques Diouf, señaló que son necesarios 30.000 millones de dólares anuales para asegurar a 862 millones de pobres los alimentos para vivir.

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«El mundo necesita producir más comida. La producción necesita crecer en un 50% para el año 2030 con el objetivo de copar la actual demanda», aseguró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Líderes de todo el mundo comenzaron ayer en Roma la cumbre convocada por la Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para analizar el alza del precio de los alimentos y sus efectos sobre las poblaciones más vulnerables. El uso de los alimen- tos para la fabricación de biocombustibles y las subvenciones agrícolas en los países más desarrollados fueron los dos temas principales de debate.

Ban Ki-moon calculó en unos 15.000 ó 20.000 millones de dólares el esfuerzo anual a realizar los países en desarrollo y los donantes para responder a la crisis y hacer frente a las necesidades alimentarias básicas de la población mundial. Además, pidió a los países que, por razones humanitarias, «abandonen las políticas económicas que crean distorsiones de mercado y contribuyen a hacer subir los precios», en referencia quienes «limitaron sus exportaciones o impusieron medidas de control de los precios».

El director general de la FAO, Jacques Diouf, afirmó que son necesarios 30.000 millones de dólares al año para relanzar la agricultura, evitar amenazas futuras de conflictos generados por la carestía de alimentos y asegurar a 862 millones de pobres los alimentos para vivir. Insistió en que la solución estructural al problema de la seguri- dad alimentaria estriba en incrementar la producción y la productividad en los países de bajos ingresos y déficit alimentario. En su opinión, esta crisis, que ya ha tenido consecuencias sociales y políticas trágicas en distintos países, amenaza «la paz y la seguridad mundiales».

La presidenta argentina, Cristina Fernández, situó la causa en la distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos, que se han apropiado de «los recursos del resto de los estados». Con ella coincidió Luiz Inazio Lula Da Silva, presidente de Brasil, que apuntó, además de al petróleo, al «intolerable proteccionismo con el que los países ricos circundan su agricultura, atrofiando y desorganizando la producción en otros países, especialmente los más pobres». Y defendió la utilización de los biocarburantes frente a quienes los culpan del alza de los precios de los alimentos.

Al respecto, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, pidió crear un «código de conducta internacional» que reconsidere su actual expansión.

«No son los villanos»

No estuvo de acuerdo Da Silva, quien señaló que «los biocombustibles no son el villano», tras asegurar que «veo con indignación que muchos de los dedos que apuntan contra la energía limpia de los biocombustibles están sucios de aceite y carbón». A su juicio, pueden ser una «herramienta importante para sacar a los países de la inseguridad alimentaria».

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, responsabilizó de la crisis a los países más poderosos y al sistema capitalista, y denunció la existencia de «interferencias» y «manipulaciones» en el mercado del petróleo. Acusó a las «grandes potencias» de actuar «para devaluar el dólar», lo que implicó «el aumento de los precios» del petróleo y de los alimentos. «Manos visibles e invisibles actuaron para controlar los precios con el fin de lograr sus objetivos políticos y económicos», aseguró.

Nicolas Sarkozy anunció que en los próximos cinco años dedicará mil millones de euros al desarrollo agrícola en el África subsahariana, mientras que José Luis Rodríguez Zapatero comprometió quinientos millones hasta 2012 para luchar contra la crisis alimentaria mundial.

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Mahmud Ahmadinejad atacó a la ONU y apeló a regular la crisis fuera de esta organización, al dudar de que los mecanismos de la ONU puedan «mejorar la situación mientras algunas potencias imponen sus decisiones al Consejo de Seguridad y lo instrumentalizan».

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Jacques Diouf subrayó que en 2006 el mundo gastó 1,2 billones de dólares en armamento, se desperdició comida por valor de 100.000 millones de dólares y el exceso de consumo por parte de las personas obesas ascendió a otros 20.000 millones en todo el planeta.

«Liberalizar el comercio no es la solución»

Más de 240 ONG, asociaciones agrarias, sindicatos y movimientos sociales denunciaron ayer que la Ronda de Doha no es la solución a la crisis alimentaria mundial, tal y como afirma la OMC, porque «la liberalización del comercio ha socavado la capacidad de muchos países para alimentarse a sí mismos». Aseguran que «la incapacidad de manejar la crisis alimentaria actual es una muestra del fracaso de tres décadas de desregulación de los mercados agrícolas» y consideran que Doha «agravará la crisis, volatilizando más los precios de los alimentos, incrementando la dependencia de los países en desarrollo en las importaciones y fortaleciendo el poder del agronegocio multinacional en los mercados agropecuarios y alimentarios».

En paralelo, Vía Campesina y el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), han enviado a los gobiernos reunidos en Roma un manifiesto en el que se insta a investigar la responsabilidad en las violaciones del derecho a la alimentación y solicita el cese inmediato del «desarrollo de tierras para la producción industrial de agrocombustibles». Subraya que el derecho a la comida está por encima de acuerdos comerciales y demás políticas internacionales. GARA

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