Las primarias para elegir al candidato demócrata que se enfrentará al republicano John McCain en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos van, por fin, camino de terminar. Así, tras unos ejercicios de calentamiento que han durado oficialmente cinco meses pero que en realidad se han alargado mucho más, la verdadera carrera para elegir al próximo presidente de los EUA comenzará en breve. La ventaja que Barack Obama saca a Hillary Clinton en todos los aspectos relevantes de esta contienda previa -número de delegados, apoyo de los super-delegados, índices de popularidad, liquidez económica...- hace prever que será el senador afroamericano el que se enfrente al veterano del Vietnam en noviembre. De hecho, Hillary Clinton se mostró anoche dispuesta a ir de vicepresidenta de su rival si ello ayudase a unir al partido, según declaró a un grupo de legisladores por Nueva York.

Sea quien sea el candidato, queda por ver el coste de la lucha que ha enfrentado a Obama y Clinton durante estos meses. Las heridas y la factura que ha dejado esa lucha intestina pueden lastrar al Partido Demócrata, en la medida en que el apoyo a uno de los candidatos se ha convertido en una manifiesta enemistad por el otro, hasta el punto de que bastantes votantes demócratas afirman que en este momento no votarían bajo ningún concepto por el candidato contrario. Parece complicado nuclear todo el partido en torno a un único candidato. Además, si al principio de la contienda todos los elementos reflejaban el deseo de cambio de una ciudadanía norteamericana, esa ilusión se ha ido desvaneciendo. También pudiera ser que, simplemente, la compleja realidad norteamericana haya puesto los deseos del resto de la humanidad en su sitio.

En todo caso, a partir de ahora lo que realmente está por ver es cuál de los prejuicios de los votantes norteamericanos está más arraigado o arrastra más votos, tanto a favor como en contra, tanto entre los demócratas como entre los republicanos: el racismo o la misoginia. Siempre en la perspectiva de que sus prejuicios, sus decisiones y su voto condicionarán nuestras vidas.