Los «cachorros» de la FEDME, dirigidos por Simón Elías, tenían hace un par de semanas otra concentración; esta vez dirigida a la escalada en roca. Los planes de Elías eran presentarse en una de las montañas más emblemáticas de Picos de Europa, Peña Santa de Castilla, pero las incesantes lluvias, nunca mejor dicho, aguaron la fiesta. Cambio de planes, y el director de los jóvenes alpinistas les lleva a casa, a La Rioja. El objetivo: Peña Puerta, una pared muy desplomada de unos 150 m y una vía que lleva por nombre El vago de hoz (A2+).

A la cita se presentan Jonatan Larrañaga, Javier Bueno, Sidarta Gallego, Martín Moriyón y Miriam Marco; y dos invitados: Jon Diéguez de la EMF y Alex Corpas de la federación andaluza. Enseguida se ponen manos a la obra, y es que por delante tienen un buen rompecabezas: liberar El vago de hoz. Para ello, empiezan a limpiar esta famosa ruta caracterizada por su escalada aérea y su gran desplome. Para ver de qué va la escalan en artificial, después reequipan los antiguos buriles (no han añadido ningún expansivo nuevo), limpian los agarres, cepillan el liquen para una mejor adherencia... y ya está preparada.

El día 30 de mayo, Corpas y Elías se hacen con la primera repetición sin estribos, y encadenan únicamente el primer largo. Turno para Larrañaga y Bueno; éstos le suman el encadenamiento de la segunda tirada. En total, de los 4 largos, otros dos se quedan en el tintero. La propuesta para el libre, la siguiente: 7b, 7c, 8a y 7b+.

Tras el trabajo, a pesar de que no firman el primer rotpunkt, el director de los jóvenes se muestra satisfecho con la labor realizada: «He visto al equipo muy bien, ya que todos hemos trabajado duro en la ruta. Ha sido principalmente un trabajo de superación de barreras sicológicas a la hora de desafiar el vacío del enorme desplome y tener una mentalidad de escalada libre. El resto fue puro trabajo de albañilería. Por esto no se ha podido encadenar la vía. Apenas tuvimos tiempo para escalarla y probarla con tanta paleta y taladro».

Deportiva y sicológica

Como bien dice Elías, fue una pena no liberarla, pero sólo el hecho de ponerla a punto para los escaladores que la quieran tentar, lo dice todo. Cuatro tiradas y dificultad bastante mantenida, y advertencia para aquellos que se quieran presentar en la vía: la línea cuenta con el factor de compromiso.

Cuatro tiradas detalladas por el propio director de los jóvenes alpinistas: «El primer largo es una placa vertical de 35 metros, un poco desplomada y con los seguros alejados en los que hay que colocar algún friend y fisurero. Una tirada técnica y sicológica de 7b. El segundo es un largo de continuidad, bastante desplomado y con buen canto; será 7c. En los tramos duros hay bastantes chapas».

El tercero, según el director, es un impresionante desplome con una posible dificultad de 8a. Está enteramente protegido con chapas y clavos. Mucha continuidad. Y el cuarto es quizá el más difícil, ya que es el último y el más psicológico con una escalada que requiere experiencia sobre los pies: «La primera sección es un muro desplomado sobre agujeros y pocos pies. Un impresionante techo de un metro y medio con buen canto y placa clave de salida: muy técnica y con seguros psicológicos para acabar sobre una fisura de manos muy disfrutona».

Espreses, fisureros y friends para el material que colgará en el arnés, mucho power en los antebrazos por la continuidad que tiene la línea, y la cabeza bien fría por su carácter de aventura.

Así pues, tras el gran trabajo de los jóvenes y su director, «sólo» queda el encadenamiento íntegro de El vago de hoz. Un último toque de atención por parte de Elías: «Lo que parece una larga escalada deportiva es ahora mismo una buena ascensión de aventura. Quizá cuando haya sido repetida más veces, el grado bajará y también el compromiso. Hoy en día es sólo para escaladores deportivos con cabeza».