Ebole, (Jordi) ha encontrado un filón con su serial de «Salvados por....» La Sexta ha apostado por sus incursiones en el mundo más surrealista de la surrealista realidad de las elecciones, la iglesia católica, y ahora la Eurocopa de fútbol, ese espacio de entretenimiento preñado de connotaciones patrióticas de bufanda y botellón. Por cierto, en «El Intermedio» han decidido apoyar a la selección de Portugal, en una de las más claras muestras de ironía y provocación. Al grito de «Opá yo voy con Portugá», todo el equipo del programa hace una campaña divertida, delirante y han conseguido darle la vuelta a esta presión atmosférica futbolera que nos deja tan aturdidos por la cantidad de soflamas y arengas que lanzan, con una cadena, Cuatro, absolutamente dedicada a mostrar sus más claras intenciones de adoquinar su propia imagen con las frases hechas del fútbol más rancio y carpetovetónico.

El Follonero hizo una entrega en su peculiar estilo. Es decir con esa cara de no haber roto un plato nunca, con su incisiva constancia apoyada en una actitud aparentemente meliflua, cercano, penetrante, sin alterarse por nada va logrando las situaciones más paradójicas que imaginarse puedan. Y en esta ocasión empezó con algo que probablemente será mal recibido por la jerarquía católica y fue sacar en procesión a un santo para pedir su intercesión con la selección. San Luis Gonzaga recibió la petición del propio cura de su parroquia, de su feligresía, se le cantó, se le bailó y participó todo el pueblo con el buen fin de que, al menos, se pasase de cuartos de final.

No acabó ahí su viaje al otro lado del espejo del mundo de la selección y en su sección «entrevista en profundidad», el protagonista fue Manolo el del Bombo, y es ahí donde sale su parte más punzante. O haciendo de árbitro junto al único trencilla que estará pitando en Austria y Suiza o rompiendo tópicos, y en unas entrevistas muy bien preparadas, algunos jugadores se mostraron intelectuales de primera, lectores empedernidos, sabiendo de filosofía, geografía y política. Una mirada ácida, peor amable. Y colocada los lunes, a petición de la voz popular.