Curso para aprender a conducir eficientemente
Al volante también se puede ahorrar
Conducción eficiente, es decir, más económica y menos contaminadora. Las pautas para lograrlo son sencillas, basta con prestar más atención y cambiar algunos de los hábitos adquiridos. Los resultados son notorios, sobre todo, para el bolsillo.
Maider EIZMENDI
El incremento del precio de combustible es un tema recurrido en todos los corrillos, y más en estos últimos días. No es para menos, el litro de gasolina ha subido un 8,41% en un año. A día de hoy, mirar de reojo al contador de combustible del vehículo asusta, y ni qué decir de la lucecita que anuncia que has de pasar por el surtidor inmediatamente. Las personas que optan por repostar siempre una misma cantidad de dinero se ven obligadas a visitar más a menudo las gasolineras; las que optan por llenar el depósito se sobresaltan a medida que el contador sube y sube... y sigue subiendo.
Este panorama hace que los cursos de conducción eficiente sean si cabe más interesantes actualmente. GARA participó hace unos días en una de estas iniciativas, en este caso en el curso ofertado por el Ente Vasco de Energía (EVE) y Goieki, la agencia de desarrollo de Goierri.
Junto a nosotros, otras ocho personas, seis mujeres y dos hombres. Todos con un mismo objetivo: aprender a conducir gastando menos dinero. «Tal y como está el precio de la gasolina, merece la pena intentarlo», comentaba Amaia Irizar, que cuando tuvo noticia de que pretendían organizar este cursillo, no se lo pensó dos veces.
El curso, impartido por Itziar Otxoa y Joseba Lasa, representantes del RAC, comenzó con una sesión práctica. Los participantes realizaron una ruta preestablecida conduciendo como habitualmente lo hacen en su vehículo, sin ningún consejo o instrucción. El objetivo era contabilizar el consumo, la emisión de CO2 y la velocidad media de todos los participantes, para obtener una posterior comparación.
Tras esta primera prueba, la clase teórica. Los monitores dieron la receta más económica y la que menos contamina. No podía ser de otra manera: la forma más eficaz de ahorrar combustible y ser más respetuoso con el medio ambiente es, claro está, dejar el coche aparcado. Así comenzaron su clase los instructores, que alertaron de que de nada sirve conducir eficientemente si «luego cogemos el coche para no andar ni medio kilómetro». «Hay gente que no va al baño en coche, simplemente, porque no pueden; si no, lo harían», comentó Otxoa, provocando la sonrisa y, al mismo tiempo, la reflexión de los asistentes.
En una primera explicación recordaron el gasto energético que supone el transporte privado. Aclararon que el petróleo supone el 39% de la fuente energética en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y que el 56% de éste se consume en la carretera. Querían transmitir así que mediante una conducción eficiente, además de favorecer el bolsillo, se da respuesta a la tan mencionada crisis energética.
Preparativos
Las pautas concretas que se han de aplicar son numerosas, pero todas se rigen por este principio: conducir racionalmente y tratar de anticiparse.
La conducción eficiente comienza incluso antes de coger el vehículo. Es conveniente cerciorarse de que éste no tiene ninguna avería que provoque el aumento del consumo de carburante y de emisiones contaminantes. Es preciso controlar los niveles y los filtros para mantener el motor en condiciones óptimas. La presión de los neumáticos es otra de la variantes que influyen notablemente; la falta de presión hace que los neumáticos presenten mayor resistencia a la rodadura y que el motor tenga que desarrollar mayor potencia, lo que aumenta el consumo de combustible.
El peso del vehículo y la carga también repercuten, por lo que hay que evitar transportar objetos innecesarios. «No se pueden llevar las cadenas de nieve en agosto, no hay que transportar nada que no necesitemos». Y de tener que llevar carga extra, conviene distribuirla equitativamente; de lo contrario el vehículo ofrece mayor resistencia al aire, al tiempo que aumenta la inestabilidad.
Arranque
Una vez montados en el automóvil, procedemos al arrancado, cuyo sistema varía según si el motor es de gasolina o de gasoil. En el primero de los casos lo conveniente es iniciar la marcha inmediatamente después de arrancar, «por lo que todos los preparativos: colocar el cinturón, sintonizar la radio... los haremos antes». En el caso de los motores de gasóleo, en cambio, es conveniente que transcurran unos cinco segundos antes de iniciar el recorrido previsto.
En marcha
Una vez el vehículo ya ha comenzado su marcha, la conducción eficiente se sujeta en dos pilares principales: el primero, el mayor aprovechamiento de la inercia del vehículo; el segundo, el empleo de marchas largas.
Un dato importante: mientras no se pisa el acelerador, manteniendo una marcha engranada y una velocidad superior a unos 20 km/h, el consumo de carburante es nulo. Por ello, como es evidente, es importante sacarle provecho a la inercia del vehículo tanto como se pueda.
En lo que a las marchas se refiere, lo idóneo es circular con las largas. La primera es la que más fuerza transmite al vehículo pero, en contrapartida, también es la que más consume. Por ello, tal y como aconsejaron los monitores, hay que marchar en primera tan sólo lo inevitable y cambiar a segunda rápidamente: a los dos segundos aproximadamente. Si la condición de la vía lo permite, lo ideal es meter marchas más largas lo antes posible. Para ello, recomendaron emplear, incluso, «saltos de marcha», es decir, cambiar de tercera a quinta o de segunda a cuarta directamente.
Y, como es evidente, a menor velocidad menor es el consumo. Lo ideal es mantener la velocidad de circulación lo más uniforme posible, es decir, sin acelerones y frenazos innecesarios. A la hora de disminuir la velocidad de circulación lo óptimo es utilizar el freno motor, y pisar el pedal sólo para realizar pequeñas correcciones. Es recomendable anticiparse y levantar el pie del acelerador si vemos que tenemos que pararnos. Un ejemplo fácil de entender: «Si vamos en bicicleta y vemos que nos vamos a tener que parar a unos cien metros, no seguimos pedaleando para frenar en el último momento; con el coche hay que hacer lo mismo: disminuir la velocidad levantando el pie del acelerador».
Las marchas las disminuiremos cuanto más tarde mejor y, si se puede, saltándonos alguna. Al no reducir de una en una, se evita pasar por el punto muerto, en el cual, como advirtieron, el consumo de combustible no es nulo; cada vez que se pasa por él, se está inyectando combustible.
También hicieron referencia al aire acondicionado, que es uno de los equipos accesorios con mayor incidencia en el consumo. Recomendaron que la temperatura interior no sea menor de 23-24 grados. Para los que no tengan este tipo de equipos, que sepan que bajar las ventanillas también repercute en el consumo, aumentándolo, ya que modifica el coeficiente aerodinámico.
Resultados notorios
Tras todas estas explicaciones los participantes en el curso cogieron nuevamente el volante. Nerviosos, porque la mayoría tenía la sensación de haber regresado a la autoescuela. Los resultados, sin embargo, dejaron claras dos cosas: una, que siguiendo las citadas recomendaciones se puede bajar, y de manera considerable, el consumo y las emisiones -hay quien bajó, incluso, casi tres litros de combustible de media a los cien kilómetros-; otra, que la manera de circular de algunas personas no era nada eficiente ni económica, porque en el primer trayecto hubo quien superó los 11 litros de media.
Los instructores explicaron que aunque cuesta adoptar estas pautas de circulación, pasados unos días se aplican de manera automática, sin darnos cuenta. Precisaron que son las personas mayores que llevan muchos años conduciendo las que peores resultados obtienen en este tipo de cursillos, porque ya «tienen unos hábitos adquiridos que son difíciles de modificar».
Tras finalizar el curso, vuelta a casa. Entrar en el coche, arrancar, esperar unos segundos, salir, inmediatamente meter segunda, luego cuarta, aprovechar la inercia en la cuesta... Tampoco es tan complicado.
Los vehículos nuevos consumen cerca de un 25% menos que hace 20 años, llegando algunos modelos a necesitar menos de 5 litros cada 100 kilómetros. Los fabricantes se han comprometido a recudir el consumo un 19% más.
Si se presupone que la parada del vehículo será mayor de 2 minutos, se ha de apagar el motor. Al ralentí, el consumo es de 0,4-0,7 litros/hora. No es una cifra muy elevada, pero se han de tener en cuenta todas las paradas.
Algunos vehículos incluyen barras de techo, a las que la mayoría de los usuarios no les sacan ningún provecho. Estos elementos, sin embargo, aumentan el consumo de combustible; circulando a 120km/h, hasta un 7,5%.
En los vehículos de gasóleo se aconseja cambiar de marcha entre 1.500 y 2.000 revoluciones. En el caso de los de gasolina se recomienda proceder al cambio cuando se alcanzan entre 2.000 y 2.500 revoluciones.