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Uncas FERNÁNDEZ Sertaozinho

La cara oculta del etanol en las plantaciones de caña de azúcar de brasil

Mientras Brasil se ha convertido en el principal defensor de los biocombustibles como alternativa energética, sus trabajadores en las plantaciones de caña de azúcar destinada a la producción de etanol cosechan en unas condiciones de trabajo muy duras y por unos salarios de miseria.

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No es un trabajo humano», suspira Caio Ribeiro, un antiguo cortador de caña de azúcar, compadeciendo a los hombres y mujeres que trabajan sin descanso en las plantaciones de caña de azúcar del Estado brasileño de Sao Paulo.

Caio Ribeiro, de 38 años, es considerado un «superviviente» por los cortadores de caña de azúcar de Sertaozinho, una pequeña localidad de la región de Ribeirao Preto, el principal punto de producción de caña de azúcar del Estado de Sao Paulo.

Hace tres años, Caio Ribeiro se desmayó justo en medio de la plantación en la que trabajaba. A consecuencia de los graves problemas físicos causados por su oficio, debió arrojar la toalla.

«Es un trabajo para máquinas. Es necesario que mecanicen todo, si no mucha gente va a morir», asegura en declaraciones a la agencia France Presse.

Las dramáticas condiciones de trabajo que todavía perduran en las plantaciones brasileñas de caña de azúcar son hasta cierto punto el reverso de la moneda del etanol, un biocarburante que Brasil se esfuerza en vender como la mejor alternativa a los combustibles fósiles.

Según los sindicatos del sector, una veintena de cortadores de caña de azúcar han muerto desde 2004.

Mecanismos de control

Centrales sindicales y organizaciones no gubernamentales (ONG) han denunciado repetidamente las inhumanas condiciones de trabajo en las plantaciones, próximas a la esclavitud. La Unión Europea (UE) estudia actualmente la forma de instaurar algún tipo de mecanismos de control que permitirían no comprar etanol producido en estas condiciones.

El Gobierno de Brasil, que reconoce que el trabajo de los cortadores de caña «es muy duro», se propone impulsar la mecanización del sector. UNICA, la asociación brasileña de productores de caña de azúcar, asegura que está eliminando progresivamente en las plantaciones la cosecha manual, que debería desaparecer completamente para el año 2017.

Según un estudio de la Universidad de Piracicaba, en el Estado de Sao Paulo un cortador de caña hace diariamente un esfuerzo físico equivalente a correr una maratón.

Provistos de botas de goma, guantes y sombreros, cortan las cañas de azúcar a golpe de machete, en plantaciones infestadas de serpientes venenosas. Por término medio, cada trabajador corta nueve toneladas de caña al día.

La jornada laboral pasó recientemente de las doce a las siete horas y media, además de establecer una hora de descanso, y según datos de UNICA el salario medio ronda 1.000 reales (alrededor de 402 euros).

Salarios de miseria

Sin embargo, el presidente del sindicato del sector, Wilson Rodrigues, afirma que el salario medio real de un cortador de caña es de 780 reales (unos 313 euros). «Es un salario de miseria», denuncia.

Pero a pesar de lo extenuante de este trabajo, miles de jóvenes llegan todos los días desde los estados pobres del noroeste de Brasil para tomar parte en la coseña de caña de azúcar, que tiene lugar entre los meses de abril y noviembre.

Alrededor de 60.000 personas trabajan en las plantaciones de Ribeirao Preto, de un total de 190.000 cortadores de caña en todo el Estado de Sao Paulo. «Cerca del 70% son inmigrantes, mayoritariamente originarios de Maranhao», afirma Rodríguez, de 43 años y también ex cortador de caña.

«Allí no hay trabajo», explica Jose Silva, de 24 años, mientras espera al autobús que le trasladará hasta la plantación.

«En siete meses de trabajo aquí ganamos lo que necesitamos para todo el año», señala Francisco dos Santos, de 29 años. «Yo gano casi 800 reales (unos 321 euros) al mes y pago 60 reales (24 euros).

La mayoría de estos alojamientos, no obstante, consiste en un único habitáculo sin cama, aseo ni ducha, y en el que una veintena de personas se apila sobre colchones colocados sobre el suelo.

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