Un importante líder talibán paquistaní, Baitullah Mehsud, anunció ayer que suspende las negociaciones con el Gobierno de Islamabad, a quien acusó de recurrir constantemente a la fuerza.

Mehsud, líder del Movimiento de los Talibán Paquistaníes, acusado por las autoridades de haber llevado a cabo el atentado mortal contra la ex primera ministra Benazir Bhutto, tomó esta decisión después de que tropas paramilitares fueran enviadas por el Gobierno al noroeste del país para combatir a los milicianos islamistas.

«Suspendemos las negociaciones de paz con el Gobierno porque utilizan constantemente la fuerza contra nosotros», declaró Mehsud a France Presse desde su bastión al sur de Waziristán, región limítrofe con Afganistán.

«El Gobierno no ha dado muestras de seriedad y usa la fuerza contra nosotros. Estamos dispuestos al martirio si tenemos que hacer frente a acciones militares», añadió Mehsud.

El cambio de estrategia del líder islamista se produce mientras el Gobierno de Pakistán tiene que hacer frente a intensas presiones internacionales para que luche más eficazmente contra los talibán.

El secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, se ha declarado esta semana «inquieto» por la incapacidad de Pakistán de controlar a los talibán en la frontera con Afganistán.

El presidente afgano, Hamid Karzai, amenazó a mediados de junio a Pakistán con intervenir al otro lado de la frontera común para «destruir allí las bases de los terroristas» que atacan su país.

Mehsud anunció en abril un alto el fuego unilateral con las fuerzas de seguridad en las zonas tribales después de que el nuevo Gobierno paquistaní declarase que prefería negociar con los insurgentes antes que recurrir a las armas.

El nuevo Gobierno paquistaní de Yusuf Raza Gilani comenzó procesos de negociación con numerosos movimientos islamistas en las zonas tribales. Algunos de ellos están considerados como cercanos a al-Qaeda por EEUU, lo que encendió todas las alarmas en Washington.

La llegada al poder del nuevo Gobierno de Pakistán ha estado acompañado por una calma relativa en la actividad de los insurgentes islamistas frente al sangriento periodo previo, que sacudió al país asiático con una ola de atentados kamikazes que se saldó con cientos de muertos.

Responsables afganos y de la OTAN han criticado los intentos de Pakistán de negociar con insurgentes islamistas.