CRÓNICA | Red Bull y las peñas, frente a frente
Con la Fórmula-1 y las goitibeheras compitieron dos modelos de Iruñea
A venturarse a decir que eventos como la exhibición de coches de Fórmula 1 y las goitibeheras pueden reflejar identidades distintas de una ciudad puede parecer excesivo, pero algo así ocurrió ayer en Iruñea, en una más que ajetreada jornada presanferminera.
Jasone MITXELTORENA
Red Bull: Conocida marca de bebidas y poderosa empresa que participa en una actividad deportiva multimillonaria, como es la Fórmula 1. Federación de Peñas de Iruñea: Protagonistas de los Sanfermines y alma de la Iruñea más popular.
El primero montó en Iruñea un evento para mostrarse al mundo entero aprovechando un escenario que ha adquirido fama mundial por sí solo: el recorrido del encierro. Las peñas, como cada año, organizaban por su parte la bajada de goitibeheras por la cuesta de Santo Domingo. La segunda, la de casa, paradójicamente pasa siempre desapercibida a nivel oficial. La primera, en cambio, contó con todo tipo de colaboración por parte de las instituciones.
Privado frente a popular
Había más factores en esta peculiar «carrera». Las peñas llevan años denunciando la paulatina mercantilización y priva- tización de las fiestas. Las dimensiones que cobró el montaje de ayer de Red Bull les dan la razón: El Gobierno de Nafarroa ha aportado 70.000 euros. Los dos coches de Fórmula 1 han sido exhibidos durante dos días en la Plaza del Castillo, con todo un montaje alrededor. El viernes por la noche fueron llevados a los corrales de Santo Domingo queriendo imitar el «encierrillo» que tiene lugar las vísperas de las carreras sanfermineras. Ayer por la mañana, se tomaron las calles de Alde Zaharra, en un simulacro del encierro, y por la tarde se cerró para Red Bull una importante arteria de la ciudad, concretamente los más de 800 metros del recorrido en la Avenida del Ejército, mas la Plaza de la Paz que une esta avenida con la de Baiona.
Semejante despliegue provocó todo tipo de opiniones entre la ciudad, y también entre los corredores habituales del encierro. Tal y como se denunció durante la celebración de las goitibeheras, a los colectivos populares de la ciudad se les ha prohibido la utilización del Parque de la Taconera en los Sanfermines «al no concebir el Ayuntamiento la cesión de espacios públicos a particulares». En este caso, el solicitante no era Red Bull, sino la plataforma Gora Iruñea!, formada por 40 colectivos. Entre ellos la Federación de Peñas.
El «encierro» nunca visto
La «competición» empezó por la mañana. Las calles del encierro se cerraron antes de las 8.00, cual día de San Fermín. El vallado acogía a los curiosos atraídos por un espectáculo auténticamente inédito. Aunque los promotores se esmeraron en recrear el tradicional encierro, con la llegada a Santo Domingo del día anterior, los cantos a la figura del santo en su hornacina, los corredores vestidos de blanco y rojo y otros elementos, la escenografía quedaba lejos de los multitudinarios encierros. Salvo las inmediaciones de la Plaza de Toros, en el resto del recorrido el vallado acogía a unas cinco o seis personas por tramo entre poste y poste, incluso en la famosa curva de la Estafeta. Los vecinos lo presenciaban desde los balcones que, por cierto, ofrecían varios metros cuadrados disponibles, a diferencia de lo que ocurre en los archicotizados encierros. Otros veci- nos se desesperaban a pie de calle por no poder transitar por el barrio, y hubo quien se enfrascó en discusiones con los agentes municipales que le prohibían cruzar la calle, salvando el vallado de Mercaderes para seguir hacia Nabarreria.
Los asistentes ya empezaban a impacientarse, manifestando su desazón con silbidos, cuando se lanzó el cohete, diez o quince minutos después de las 8.00. Un helicóptero sobrevolaba el barrio, pero el sonido era muy leve para lo que habría que escuchar luego: El rugido de los motores atronó a medida que se acercaba cada vehículo de la Fórmula 1. Algunos vecinos de Estafeta, donde el efecto-tubo de la calle empeoraba las cosas, se habían provisto de tapones la víspera. Los dos bólidos avanzaban a tropicones, acelerando y desacelerando, para poder tomar las distintas curvas del recorrido, y el rugido se convertía por momentos en ensordecedor en las estrechas calles del casco histórico.
En la inmediaciones de la Plaza de Toros, la gente se amontonaba en el vallado. Dentro, algunos pocos miles de personas recibieron a los coches que tanta expectación han creado en Iruñea, aunque la afluencia estuvo lejos de ser la esperada: La franja superior de las gradas se hallaba vacía en todo el perímetro, y el público campaba a sus anchas, ya que espacio sobraba, en los tendidos inferiores. Según se había publicado, Red Bull repartió invitaciones para 17. 000 personas, tantas como localidades tiene el coso, pero hubo muchos que se ahorraron el madrugón. Otro dato curioso: El punto de venta de la bebida energética promocionada por el simulacro se hallaba vacío.
Ya dentro del coso, y tras la llegada de los bólidos con sendos «trompos», los organizadores presentaron a los pilotos, y emplazaron para la cita de la tarde. Pusieron interés además en citar a las peñas, protagonistas habituales de la Plaza de Toros que ayer brillaban por su ausencia, recordando que tras el espectáculo de la Avenida del Ejército comenzaban las goitibeheras organizadas por ellas. El presentador, por cierto, se hizo un lío anunciando el llamado show road para la cuesta de Santo Domingo, escenario de las goitibeheras
El reto de las peñas
Las peñas, por cierto, habían desafiado a Red Bull a competir en la bajada de la cuesta de Santo Domingo, Fórmula 1 contra las goitibeheras, o «el dinero y la multinacional frente al auzolan escote, el diseño ante la imaginación», según apuntaron. Red Bull rechazó el reto en una nota, aunque aseguró que lo tiene en cuenta para otra ocasión.
Al margen de los focos de televisión y de la pompa institucional, las goitiberas ofrecieron su habitual divertido espectáculo: Los remedos de «autos de choque» o los vehículos que lograban meter en su interior a cuadrillas enteras provocaron mo- mentos jocosos, y también de incertidumbre por el riesgo de volcar en cada curva. Para entonces, los Red Bull desmontaban ya su visitado motor home de la Plaza del Castillo. Se quedan las peñas.