Crónica | «Apartheid» en el consistorio de Iruñea
Pueyo y Gastesi, en el camarote de la alcaldesa Barcina
No es el camarote de los hermanos Marx, pero se le parece. Tras precintarse su despacho, los concejales independentistas de Iruñea han sido enviados a un rincón de una sala donde se guardan los expedientes de Urbanismo, tras un biombo, como si se quisiera tapar su presencia. Por allí pasan otros ediles y periodistas. No hay intimidad. Tampoco teléfono, ni impresora, ni armario. Sólo hay «apartheid».
Ramón SOLA
Al propio número dos del Consistorio de Iruñea, José Iribas, le debía parecer incómoda la situación, porque instó a Mariné Pueyo a que la rueda de prensa convocada ayer no la ofreciera en el cuchitril al que les han enviado, sino en una sala anexa más amplia. Pero los fotógrafos tenían claro que la imagen realmente informativa era la de los apenas doce metros cuadrados en los que tienen que realizar su labor Pueyo y Mikel Gastesi. Los electos independentistas se toman la situación con una mezcla de cabreo y humor negro: «Desde luego, si querían separarnos, ahora sí que no es posible», bromean mientras en el suelo se agolpan archivadores, carpetas y objetos personales.
No hay armarios para ellos, ni teléfono, ni fotocopiadora. Antes les quitaron progresivamente los cargos de representación municipal, la sala de prensa, el grupo, el correo electrónico y el despacho. Pero no las ganas de seguir trabajando. Pueyo incidió ante la prensa en que la decisión es «caciquil» y quiere borrar a una parte de la ciudad. Y por eso van a plantar cara.
En este peculiar camarote se encadenan las situaciones surrealistas. Por ejemplo, periodistas y otros concejales entran y salen para revisar los expedientes de urbanismo, ya que el cutrichil es una parte de la sala en que se archivan. Sobra decir que no hay intimidad alguna, ni se puede guardar nada que quede a mano del resto. Tampoco se les toleran visitas si no es con permiso previo expreso. Pueyo añadió que ni siquiera se cumple la ley de riesgos laborales, debido a la diminuta extensión del espacio. Y los medios padecieron también los efectos de la sinrazón. Como Barcina prohíbe que comparezcan juntos porque eso implica actuar como grupo, Pueyo convocó a los periodistas a las 12.30 y Gastesi lo hizo justo después, a las 13.00.
A los tribunales
Una vez que los periodistas se asomaron detrás del biombo y constataron la situación -no había sitio para entrar más-, la que fue cabeza de lista de ANV explicó que ayer mismo iban a presentar un recurso contencioso contra toda esta batería de atropellos escalonados. Y es que los dos ediles independentistas tienen claro que la alcaldesa se está saltando toda la legalidad. Recordaron que el cierre del despacho fue la represalia por una rueda de prensa ofrecida en ese lugar para informar de que los tribunales habían avalado su derecho a usar la sala de prensa con los símbolos que deseen.
Pueyo reveló además que la primera edil de UPN ha hecho caso omiso a la opinión expresada por el secretario municipal, y ha preferido cobijarse bajo el paraguas de un informe externo, obra de técnicos de Administración Local que hacen una lectura muy sui generis del auto del juez Baltasar Garzón.
Pero ANV no limita su crítica a UPN. Pueyo afirmó que desde el PSN «aplauden» a Barcina mientras Nafarroa Bai «mira para otro lado, cuando no de frente y sin siquiera sonrojarse». Puntualizó que no reclaman «ni apoyo ni solidaridad, pero sí un posicionamiento político ante decisiones injustas».
Tras Pueyo, fue Gastesi el que compareció ante los medios para pedir a Uxue Barkos, de Nafarroa Bai, que no contribuya a la ocultación de la ikurriña durante el chupinazo de mañana. Ya en el Pleno del jueves, Gastesi entregó a Barkos una bandera vasca con una invitación expresa a que la coloque en el balcón igual que el resto de enseñas, dado que representa también a buena parte de la ciudad y «es símbolo de libertad».
La encargada del lanzamiento le replicó que ésa no era forma de tratar la ikurriña y le acusó de hacer una utilización política. Y Gastesi le recuerda que el veto municipal es precisamente político y que la ikurriña no es algo «sólo folklórico». ANV reprocha a NaBai que «sean abertzales sólo cuando les interesa».