Los países ricos debaten la crisis alimentaria y el cambio climático
La crisis alimentaria, con su creciente impacto económico y social, la escalada del precio del petróleo, cómo luchar contra el cambio climático, y la ayuda a África son los grandes temas de la reunión que celebrarán los líderes de los países más ricos del mundo, agrupados en el G8, desde mañana y hasta el 9 de julio en un lujoso hotel de Toyako, en Hokkaido, la isla más septentrional de Japón.
GARA |
A los líderes de Japón, EEUU, Gran Bretaña, Estado francés, Italia, Canadá, Alemania y Rusia se les unirán en ocasiones los presidentes de catorce países emergentes y en desarrollo, aunque cada vez se reclama una presencia más activa en el foro.
Representados por los primeros ministros o presidentes estarán Brasil, China, India, México, Sudáfrica, Australia, Indonesia, Corea del Sur, Argelia, Etiopía, Ghana, Nigeria, Senegal y Tanzania.
Será el último G8 para el estadounidense George W. Bush y el primero para el ruso Dmitri Medvédev. El francés Nicholas Sarkozy acudirá como jefe de turno de la Unión Europea (UE) y habrá invitados de alto copete, como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, o el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
Uno de los grandes temas a debate será, por primera vez en varias décadas durante una reunión de los países ricos, la escalada alcista en los precios de los alimentos, que para la ONU es, junto al cambio climático uno de los grandes retos mundiales.
El G8 debatirá el comercio de alimentos básicos como el maíz y el arroz, cuyos precios se han duplicado y hasta triplicado, el efecto de los biocombustibles y la productividad de la agricultura, según el primer ministro japonés, Yasuo Fukuda.
Fuentes brasileñas aseguraron que los líderes de China, Brasil, México, India y Sudáfrica llevarán la preocupación sobre sus economías en un momento en el que su despegue se ve amenazado por la inflación, los precios del crudo y los subsidios agrícolas en las naciones ricas. Así, volverán a pronunciarse contra los subsidios de la UE y EEUU, que temen que puedan endurecerse por la crisis alimentaria y así se obstaculice más la búsqueda de un comercio equitativo. En cuanto al desarrollo de África, siete líderes africanos acudirán deseosos de escuchar alguna confirmación del G8 de que su ayuda llegará a los 25.000 millones de dólares anuales, como se acordó en 2005 en Gleneagles. Tras varias revisiones, la cifra se rebajó a 21,8 millones y, según la Unión Africana, apenas se ha formalizado una cuarta parte de esa cantidad. El borrador del comunicado, sin embargo, no incluye por ahora referencias a esa cifra ni a la promesa de las naciones ricas para dedicar 60.000 millones de dólares a luchar contra enfermedades como la malaria, el sida y la tuberculosis en ese continente. La Unión Africana apeló el martes pasado al G8 a que «cumpla sus promesas para apoyar el desarrollo africano», en un comunicado suscrito también por la ONU.
En la cumbre de Hokkaido, en todo caso, las respuestas vendrán del estadounidense Bush, el ruso Medvérev, el canadiense Stephen Harper, el francés Sarkozy, la alemana Angela Merkel, el italiano Silvio Berlusconi, el británico Gordon Brown y el anfitrión Fukuda, un conjunto de líderes que, en su mayoría, se encuentran en las horas más bajas de popularidad en sus países y tratarán de utilizar la cumbre para rescatar algo de respaldo con promesas sobre cambio climático o ayuda al desarrollo.
«La mayoría de los líderes del G8 sufren de una capacidad de influencia reducida o tienen bases políticas frágiles», señaló Koichi Hajo, economista principal al Instituto de investigación NLI en Tokio. «En estas condiciones, será difícil para ellos anunciar medidas drásticas, que se traducen a menudo en sacrificios en sus propios paíes. Temo que la mayoría de los líderes tengan dificultades a ejercer su autoridad», vaticinó.
Sin fecha
En cuanto a la lucha contra el cambio climático, Japón y la UE desean acordar al menos una meta de reducciones de CO2 para 2020, pero los borradores del comunicado final que ya circulan no incluyen referencias a metas en esa fecha ni en 2050, cuando a Japón le gustaría que se acordase un recorte del 50% en las emisiones globales de CO2, una propuesta sorprendente para un país que, en lugar de reducir sus emisiones en un 6% como se comprometió en el Protocolo de Kioto, las ha aumentado estos años un 8%.
El borrador de la declaración final del G8, obtenido por la agencia japonesa Kyodo, señala simplemente que «son esenciales mayores compromisos o medidas por parte de las principales economías para atajar el cambio climático», y eso sí, aprovechará para calmar un impulso a la energía nuclear «para luchar contra el calentamiento global».
El acuerdo con contenido sustancial es más improbable en tanto en cuanto EEUU se escudará en que cualquier texto vinculante debe incluir a las economías como China o India y, además la Administración de George W. Bush, apura ya sus últimos meses.
A la vez, en Koulikoro (Mali) se espera a más de mil participantes para participar en una «Cumbre de los pobres» como contrapunto al G8. «Queremos una vez más demostrar que otro mundo es posible», declaró Barry Aminata Touré, presidente de la Coalición alternativas Deuda y Desarrollo de Mali, que organiza este encuentro. «Se dará la palabra a los campesinos africanos, a las mujeres del continente y a los jóvenes del continente. No vamos a dejar nuestro destino en las manos de los países ricos», añadió.
Bajo un intenso control policial varios miles de manifestantes salieron a las calles ayer en Sapporo en señal de protesta contra la cumbre de las economías más ricas del planeta, y cuatro personas fueron detenidas. Bajo el lema «Detener la cumbre del G-8. No hacen más que crear pobreza», agricultores, estudiantes, representantes de sindicatos, grupos de activistas y pacifistas salieron a las calles vigilados por un fuerte dispositivo policial ante la cumbre que tendrá lugar a 70 kilómetros de distancia del lugar de la manifestación.
Según La Haine, hubo un momento de tensión cuando la Policía intentó detener a una camioneta provista de grandes altavoces en los que se escuchaba música de rock y consignas anti-G8. Cuando los policías le gritaron al conductor que bajara la ventanilla, éste se asustó y siguió avanzando.
En ese momento los agentes rompieron el vidrio del vehículo con un garrote, sacaron al conductor con violencia y tomaron el control de la camioneta. La policía de la isla de Hokkaido informó que tres personas que intentaron ayudar al conductor fueron detenidas, pero se negó a divulgar sus nombres o nacionalidades. También fue detenido un periodista de la agencia Reuters. En Japón se esperan manifestaciones menores que en cumbres anteriores en los próximos días, pese a lo cual el Gobierno nipón ha movilizado a 20.000 policías en Tokio y otros tantos en Hokkaido aunque permitió una acampada cerca del lago que les mantiene alejados de la sede de la cumbre.
La omnipresencia policial sorprendió hasta a los militantes altermundialistas más expertos. «Se me interrogó durante las cuatro horas en la aduana, la policía me sigue en la calle... ¡es la paranoia!», se quejaba Susan George, presidenta de honor de la rama francesa de Attac que se asombró, a sus 74 años, de percibirse como una amenaza.
Al menos 18 periodistas fueron interrogados y detenidos durante varias horas en en los aeropuertos japoneses los últimos días, y se expulso a veinte surcoreanos y 19 militantes filipinos. Con todo se prevé que varios centenares de militantes de izquierda y sindicalistas participe en foros alternativos en Sapporo, En Euskal Herria también tuvo lugar ayer una manifestación en contra de la cumbre que se celebra en Japón, convocada por la plataforma G8 Akatu, que partió desde la plaza del Arriaga.