CRíTICA teatro de calle (Bilboko Kalealdia)
Jugando a las cuatro esquinas
Carlos GIL
En Kalealdia se convoca a la ciudadanía a disfrutar de «Las Siete Calles del Teatro», pero recorriendo estas propuestas uno debe reconocer no siete calles, sino algunas avenidas, rincones y muchas esquinas. La diversidad en el teatro de calle es notable, pero conforme se aproxima la lupa, esa diversidad se puede clasificar en unas pocas grandes corrientes. Aparentemente muy divergentes, pero estructuralmente muy similares.
Sin disgregarnos excesivamente, recorramos livianamente parte de la programación para intentar que nos cuadre nuestra propia teoría: micrófono ostensible en la mejilla, un vestuario chocante, pero no excesivamente elaborado, unos elementos simples y muy utilitarios: alfombra, un pequeño soporte, uno o dos artistas como mucho, humor banal, paradójico, de comunicación directa en baja frecuencia intelectual y de búsqueda de la participación, mezclando la actuación muy verbalizada, supuestamente con textos humorísticos, algunos detalles circenses, uso de mazas, pelotas, un poco de equilibrismo sencillo y alguna acrobacia primaria. Es, obviamente, una fórmula. Y pese a que tengamos nuestras discrepancias, quizás por saturación, son muy bien recibidos por los públicos menos exigentes. Pudimos ver dentro de este apartado a Circo Imprevisto, con un vestuario muy malo, pero con mucha soltura en los dos actores, incorporando con facilidad todo cuanto sucedía a su alrededor. Malas Compañías, una versión autóctona, es decir, actor vasco que se expresa en euskera con las técnicas aprendidas de la escuela argentina. La Güasa, en el mismo registro, con números muy similares. Una oferta muy repetitiva.
También hay artistas singulares, de más difícil archivo. La Tal y Leandre ofrecieron «Demodés», que es un grandísimo espectáculo basado en las técnicas del clown, pero llevadas a lenguajes que, rozando la estética nostálgica, avanzan en la resolución de sus conflictos escénicos con soluciones más profundas. Un trío en donde los roles se confunden, en el que el maquillaje se hace de manera tenue y cuyos número se hacen con elementos tan cotidianos como unas latas de cerveza, unos cubos de agua o unos naipes, pero siempre la calidad de los intérpretes les dota de una mayor significación. Agua, fuego, hinchables o sillas rotas, una concepción artística, una estética, una transmisión de sensaciones, una gran obra de teatro que encandila.
Le sucede lo mismo a Adrian Scharzstein, un payaso de amplio espectro, capaz de inventarse mundos con apenas unos gestos, de una sutileza infinita, que se presentó con dos trabajos y disfrutamos de «La cama», donde nada es tan obvio como parece, todo son detalles, matices, impresiones.
En este registro, aunque con una preocupación más social y una estética más próxima, Trapu Zaharra, con su nuevo trabajo «El concursazo», ajustando su propuesta, haciéndolo mucho más fluido, mejor estructurado, optimizando las energías. Llega, comunica, hace participar de manera espontánea y la gente se siente concernida.
Gaitzerdi, tras estrenar en Leioa «Otsoko», volvió a demostrar en Bilbao que es uno de sus trabajos más sólidos, bien medido, muy bien en los planos de confluencia entre el movimiento, la estética, la gestualidad. Un gran trabajo, insistimos.
Cerró la programación de este año la última producción de Markeliñe, «¿Terapia?», que nos plantea en trazos gruesos una relación patológica de pareja, y las posibilidades de arreglo a través de una muy especial terapia. Este es el sustento de la trama, que se expresa en una estética grandilocuente, con grandes elementos móviles y rodantes, con elevadores, con un vestuario que remarca el significado de los personajes. Se trata de un espectáculo de mediano formato en donde se busca una interrelación compensada entre la actuación actoral, la pareja ocupando los espacios centrales y el equipo terapéutico, que además se transforma en personajes episódicos. Textos grabados, en esta función en euskera, canciones cantadas en vivo, y un juego de despieces de estilos y situaciones. Del tono grave, casi trágico en ocasiones, en donde la violencia latente es manifiesta, a disparos paródicos, humorísticos, como si fuera parte de la terapia.
La escenografía logra sus objetivos, de lo general, pasa o lo específico, se mueve en un espacio físico limitado, los elementos escénicos son pocos, pero muy bien utilizados, y persiste en todo el montaje una búsqueda de la eficacia, en ocasiones del efectismo: músicas pop a gran volumen, iluminación espectacular, usos de pirotécnica bien colocados para mantener la atención permanente. Muy buen espectáculo.
Un párrafo optimista: la representación vasca en Kalealdia ha sido muy importante. A los mencionados Gaitzerdi, Markeliñe, Trapu Zaharra, debemos añadir Organik y Ganso. Y señalemos que hay otros trabajos vascos de similar calidad en el mercado.
Grupos: Circo Imprevisto, Malas Compañías, La Guasa, La Tal y Leandre, Adrian Scharzstein, Trapu Zaharra, Gaitzerdi, Markeliñe...
Lugar y fecha: Distintas calles de Bilbo. 8, 9 y 10 de julio de 2008.
Festival: Kalealdia.