Maite Ubiria Periodista
De vuelta a casa
De vuelta a casa, diez años después. La verja de entrada acusa el paso de los años y la desidia del administrador. Desentona la garita. Nunca conocimos guardianes a nuestras puertas, porque éramos una avenida en la que gentes diversas se entrecruzaban a diario, para reclamar cada cual el servicio que esperaba de un medio que era de todos los que lo hacían suyo. Y, mal que les pese, también de los que se tiraban de los pelos al encontrarse entre sus páginas.
De vuelta a casa, con ausencias en la piel. Con el recuerdo puesto en quienes ya no están y en los que aguardan, entre verjas más altas, que se ponga fin al atropello que se materializó aquel 15 de julio de 1998 y que, una década después, no sólo no se ha enmendado, sino que se multiplica en tantas causas judiciales en curso.
Diez años después, el peor homenaje que podríamos hacer quienes maduramos como periodistas y crecimos como personas en «Egin» y Egin irratia sería el de remachar la persiana con el mensaje del desaliento. Quienes dieron su órdago con aquel cierre sin encaje judicial y sin parangón en el contexto europeo erraron el cálculo. Diez años después los Aznar, los Mayor Oreja y los Atutxa son referencias pasadas. Sobre todos ellos ha caído el telón. Les han echado la persiana.
No se trata de ocultar el dolor, y no lo negamos, nos duelen nuestros compañeros presos, como nos hace sufrir el hurto injustificado de un altavoz indispensable para componer la memoria de nuestro pueblo, ésa que hoy se pudre en silencio, entre las paredes de un edificio cerrado en Hernani, o en los atestados almacenes de quienes tanto han apresado, cerrado, hurtado, maltratado y pisoteado desde entonces.
Sin embargo, en estos diez años la maquinaria no se ha detenido, y no hablo ya de la pesada máquina que hoy mantiene secuestrados derechos fundamentales en este país, sino de esa otra herramienta, la que hizo posible el sueño de un diario no sometido a intereses económicos ajenos a esta tierra.
Hoy hay más medios de comunicación emanados del aliento popular, hay más voces en las ondas, más papel en las rotativas y páginas en internet. Como hace diez años, pero desde nuevas atalayas, este pueblo les dice: seguimos y seguiremos.