La presentación por parte del Gobierno español de un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Consulta aprobada por el Parlamento de Gasteiz el pasado 27 de junio, lo que supone en la práctica la suspensión de la norma mientras el Tribunal Constitucional tenga a bien adoptar una decisión, muestra el carácter impositivo del Estado español y su nula confianza en que el marco jurídico político actual se mantenga en base a la libre adhesión de las naciones que encierra en sus fronteras. España necesita de leyes no refrendadas en Euskal Herria y de la amenaza del uso de la fuerza (art. 8 CE) para seguir unida.

Pero quien menos puede extrañarse -y menos aún escandalizarse- porque esto sea así es el Gobierno de Lakua y su lehendakari, Juan José Ibarretxe. No se puede decir, como hizo ayer el Ejecutivo autonómico con foto de equipo y pretendida solemnidad, que el recurso de Madrid «constituye un ataque directo a nuestra autonomía y supone, de hecho, la suspensión de nuestro autogobierno político». No, no. Muy al contrario. La reacción del Ejecutivo de Zapatero supone la aplicación y ejecución del marco autonómico que hace treinta años aceptó el PNV. Éstas son las reglas de juego que el PNV pactó en el Estatuto de Autonomía. Podrá quejarse de que las transferencias se han incumplido, pero no de que el Estado reivindique que la soberanía reside en el pueblo español y no en ninguna de las autonomías. Eso es lo que el PNV apoyó en 1979 a cambio de hacerse con la gestión de la Comunidad Autónoma Vasca y de los pingües beneficios que ello le ha reportado.

Por otro lado, la dureza, contundencia y radicalidad del discurso ofrecido ayer por el lehendakari contrasta con la fragilidad de la respuesta acordada por el Consejo de Gobierno: exigir al TC una decisión antes del 15 de setiembre. Hasta el Abogado del Estado y el PP se le adelantaron pidiéndolo ellos primero. Lakua sólo aspira a seguir ganando tiempo para no adquirir ningún nuevo compromiso hasta esa fecha mientras repite «gero gerokoak». Porque sabe que ninguna consulta cabe en este marco que el PNV no quiere superar.