Como se trata de ocultar la sinrazón de sus pataletas, sus añagazas ilegales y hasta los despropósitos a los que obligan a los jueces con tal de dejar tranquila a la fiera, se dedican a desviar la atención para que el más lelo se quede mirando a la punta del dedo y no a la luna.

Santiago González, en «El Mundo» se mofaba ayer de Iñaki de Juana y su protesta: «Las huelgas de hambre de Iñaki de Juana constituyen uno de esos portentos que anunciaba la revista Bizkaitarra a comienzos del siglo XX, anunciando el buen material de los hijos de la tierra: `Es la raza vasca, por convicción de su positiva superioridad física, una de las más saturadas de ese sano espíritu de lucha, de competencia, sintetizado por los sajones con la palabra `struggle'» (borroka).

Y sigue en plan gracioso el González: «Hay que aclarar que De Juana Chaos como vasco, sería más una vecindad administrativa que una raza en sentido estricto, (su padre era mirandés y su madre había nacido en Tetuán) pero ahora las cosas han cambiado mucho y la raza o el sexo ya no son un capricho aleatorio, un accidente de la fecundación, sino una manifestación de la voluntad». ¿No habíamos quedado en eso?

Y sigue con el cachondeo: «Bueno, pues a sus 51, después de dos huelgas de hambre tan largas, De Juana cumplió el débito preconyugal con su novia de pie y en la ducha de su habitación en el hospital 12 de Octubre. Ahí queda eso. Comparemos su caso con el del activista del IRA, Bobby Sands, un deportista de 27 años que murió el 5 de mayo de 1981, tras una huelga de hambre de 66 días. Es cierto que hay una predisposición genética: nunca se ha visto a un vasco de raza morir de hambre por propia voluntad». Ni a un memo reconocer que lo es. En ese preciso instante dejaría de serlo y dejaría de escribir melonadas. ¿No les parece?

Melonadas como esta que sigue: «Su último plante se debe a razones inmobiliarias. Al tener conocimiento de que la Fiscalía investiga si él y su mujer incurrieron en el delito de alzamiento de bienes con el piso de su madre, Iñaki de Juana ha vuelto a lo que mejor domina: la huelga de hambre». Sobran las palabras... sobre todo las escritas por González.