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Manu Errazkin Padre de Ohiane Errazkin, presa política muerta en Fleury-Merogis

La dignidad nunca estará sola

Este año es año olímpico, año de récords, y «Gatza», en esa olimpiada vengativa y cruel, ha batido ya un triste récord, el de permanencia en prisión. Pero también ha logrado poner el listón muy alto con una nueva marca, la marca de la dignidad. 28 años lo avalan

Hace ya 21 años que pusieron en marcha la dispersión que, junto con el alejamiento, tenía el objetivo de cercenar la voluntad de los y las presas. Ello ha supuesto que, a día de hoy, haya más de 740 dispersadas en 88 cárceles y por ello sus familias sufren un castigo añadido, teniendo que soportar interminables viajes, visitas truncadas, una sangría económica y, sobre todo, riesgo de accidentes: en los últimos 4 años más de 100, siendo unos 270 los afectados y con el resultado de 2 fallecidos y decenas de personas heridas.

Pero pasan los años y el objetivo no se cumple, no logran doblegar la voluntad de los y las presas, por lo que toman medidas cada vez más crueles y no dudan en aplicar nuevas leyes pensadas para aumentar todavía más su sufrimiento y, en consecuencia, el de sus familias.

A la dispersión y alejamiento se suma la política de mantener a las y los presos políticos vascos el mayor tiempo posible en prisión y en las peores condiciones, para lo cual en el Estado español se eliminan las redenciones, se amplía el tiempo máximo para estar en prisión de 30 a 40 años y el Tribunal Supremo, en su sentencia 197/2006, decide impedir salir de prisión a quienes estaban a punto de hacerlo debido a las mencionadas redenciones. A partir de ahí, ese criterio se aplica en todos los casos.

Para facilitar estas medidas y controlar su aplicación, los estados español y francés han cambiado leyes y centralizado los juzgados. Así, el Estado español creó el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria. El Estado francés, con la «Ley Sarkozy», también ha centralizado en París el juzgado que gestiona las peticiones de libertad y ha reformado leyes para alargar las condenas, en concreto la Ley Perben II, por la que las hasta entonces condenas de hasta 10 años se convierten en penas entre 10 y 20 años, y entre 20 y 30 para quienes consideran miembros de la dirección de ETA.

Esa política vengativa y cruel también se ha cebado en los presos que padecen enfermedades. La cárcel es lugar idóneo para contraer enfermedades, tanto físicas como psíquicas, y el riesgo de su desarrollo es enorme debido a la escasa atención sanitaria. A los fallecidos en la cárcel debido a las condiciones de vida, a enfermedades y a la falta de asistencia, hay que añadir aquellos que una vez puestos en libertad han muerto al poco tiempo. Es decir, nos quitan a nuestros familiares vivos y nos los devuelven muertos o en fase terminal. Se niegan a ponerlos en libertad, buscando mediante el chantaje su arrepentimiento.

Todo esto hace que se haya encendido la alarma roja. Alarma roja porque los datos no dejan lugar a dudas, porque son ya 22 los presos fallecidos; porque son decenas los presos que han intentado el suicidio y decenas los que han contraído enfermedades graves; porque son ya 16 los familiares y amigos fallecidos en accidentes de tráfico; porque son 13 los presos enfermos de gravedad a los que se niega la libertad; porque son 28 los presos que han cumplido íntegramente su condena y se les retiene en prisión; porque 147 presos han cumplido ya 3/4 partes o 2/3 de su condena y no se les quiere aplicar la libertad condicional; alarma roja, porque son 44 los presos que llevan en prisión entre 20 y 28 años.

También porque a pesar de que la sociedad vasca se ha pronunciado en innumerables ocasiones en contra de la incomunicación y la dispersión, exigido la libertad de los presos con enfermedades o la condena cumplida y, asimismo, el reagrupamiento de los presos en Euskal Herria, a pesar de que estas exigencias son compartidas por personalidades del ámbito internacional como el Relator Especial de Naciones Unidas, Sr. Theo Van Boven, y quienes le han sucedido, a pesar de que el Parlamento de Gasteiz se ha pronunciado al respecto, los estados hacen oídos sordos y continúan con su venganza. Ahora, además, criminalizan y castigan a personas y organizaciones comprometidas en la defensa de los derechos humanos de nuestros familiares.

Pero la alarma adquiere un rojo más intenso cuando vemos actuaciones como la del homenaje a «Gatza». Ha bastado una exigencia de un vocero españolito para que, agachando las orejas, Ibarretxe mande a sus huestes a reprimir con saña a quienes han querido recordar al familiar que más tiempo lleva en prisión. Es decir, que mientras en el Parlamento dice una cosa, el PNV hace otra: machacar al de casa para no contrariar al de fuera, reprimir al vasco para contentar al español. Están locos si piensan que así van a impedir que recordemos a nuestros familiares. Si lo creen, es que no han entendido o no quieren entender nada. Nosotros, familiares de presos y presas políticas vascas, no nos hemos agrupado para dar pena, sino para dar a conocer y denunciar la situación que viven nuestros familiares y buscar apoyos en aras a acabar con este sufrimiento.

Este año es año olímpico, año de records y marcas, y «Gatza», en esa olimpiada vengativa y cruel, ha batido ya un triste récord, el de permanencia en prisión. Pero a su vez, también ha logrado poner el listón muy alto con una nueva marca, la marca de la dignidad. 28 años lo avalan.

Por todo ello, hoy más que nunca es necesario continuar recabando compromisos. Si en todos estos años y a pesar de su criminal política penitenciaria no han podido doblegar la voluntad de nuestros familiares presos, tampoco doblegarán la nuestra, estaremos siempre con ellas y ellos. Porque les queremos en casa y vivos.

P.D. Viendo que el esperpento carpetobetónico no cesa, vaya desde aquí un abrazo a Iñaki e Irati.

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