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Obama llega al escenario del crimen que le encumbró a la nominación

En pleno «viaje al centro», Barack Obama, quien debe en buena parte la nominación a su oposición a la invasión de Irak, hizo escala ayer en Bagdad. Tras haber hecho suyo el estandarte de la «guerra al terror» en Afganistán, la polémica entre Obama y su rival republicano, John McCain, en torno a Irak es cada vez más cuestión de matices. Y es que no sólo Obama ha virado al «centro». La propia Administración Bush se «obamiza» a pasos agigantados.

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El candidato demócrata a la Presidencia de EEUU, Barack Obama, visitó ayer el Irak ocupado en el marco de una gira mundial en la que trata de contrarrestar su imagen de neófito en asuntos internacionales y que le llevará a finales de la semana a las capitales de las principales cancillerías europeas.

Obama, que debe en buena parte su virtual nominación a su oposición de principio a la invasión y ocupación de Irak, fue recibido por el presidente del Irak ocupado, el kurdo Jalal Talabani, y el primer ministro, el chiíta Nuri al-Maliki.

«Señor presidente, es un placer recibirle», declaró Talabani a las puertas de su residencia, en el barrio de Jadriya de Bagdad.

Se trata del segundo viaje de Obama a Irak, tras su visita relámpago de enero de 2006.

El senador por Illinois, en cabeza en los sondeos de intención de voto en las presidenciales del 4 de noviembre, llegó a Irak tras hacer una breve escala en Kuwait, donde fue recibido por el emir Sabah al-Ahmed.

Obama inició su gira el pasado fin de semana en Afganistán, donde preconizó el envío de refuerzos (entre 7.000 y 10.000 soldados) al calificar al país de frente central de la llamada «guerra contra el terrorismo».

Su llegada a Irak coincide con la época menos sangrienta para el Ejército estadounidense desde el inicio de la invasión en marzo de 2003, decisión a la que siempre se opuso Obama.

El hoy por hoy favorito a la Casa Blanca tenía previsto entrevistarse con los responsables militares en Irak, incluido el general David Petraeus, artífice de la estrategia que, contra todo pronóstico, optó por enviar refuerzos militares en 2007.

McCain le pide un «mea culpa»

Desde las cadenas ABC y NBC, su rival y candidato republicano, John McCain, aseguró que espera que Obama reconozca in situ «su error al haber afirmado que la estrategia de refuerzo no funcionaría. Estamos a punto de ganar y espero que él reconozca que erró de plano», añadió.

Obama ha insistido en los últimos días en que «desde mi primer día como presidente, daré a los militares una nueva misión: poner fin a la guerra» y ha reiterado su convicción de que «podemos, sin peligro alguno, redesplegar nuestras unidades de combate -matiz importante- a un ritmo que les permitirá retirarse en 16 meses, en el verano de 2010».

Entrevistado por una revista alemana sobre su opinión respecto al plan de retirada de Obama, el primer ministro del Irak ocupado, al-Maliki, indicó a finales de la semana pasada que «para nosotros se trata de un plazo aceptable».

Consciente de que esta coincidencia puede apuntalar la posición de Obama, la Casa Blanca salió al paso ayer para asegurar que el acuerdo estratégico que negocia con el Gobierno títere iraquí no contendrá ninguna fecha específica de retirada y sí una «fecha deseable».

Todo un juego de matices, el de unos y otros, con un objetivo: el gobierno del mundo.

Los iraquíes no esperan cambios tras el relevo presidencial

En el horno de Bagdad, los iraquíes dudan sobre el poder de Obama para cambiar su destino.

Los diarios de la capital iraquí, donde la vida en estos meses de agosto está marcada por las altas temperaturas, que rozan los 50 grados, no recogían la visita del aspirante demócrata. La televisión estatal guardaba también silencio.

Preocupados por la supervivencia en un país marcado a sangre y fuego por la ocupación y previamente por años de sanciones, los iraquíes desconfían. «La política estadounidense no va a cambiar con el cambio de presidente», asegura Abu Ali, 43 años, que vende cigarrillos en Medina al-Sadr. «Los jefes militares siguen sus propios planes y políticas», recuerda.

Gafur Rachid, profesor kurdo de 45 años, tampoco cree que el cambio de inquilino de la Casa Blanca influya en la situación de Irak. «Gane Obama u otro, no cambiará la política de América», asegura desde la ciudad de Kirkuk, Kurdistán Sur. «No creo que un presidente americano pueda retirar las tropas de Irak, porque América actúa para proteger sus intereses en la región», añade, haciéndose eco de la convicción general de que el objetivo de Washington fue y es controlar sus inmensas reservas petrolíferas.

Un vecino de la ciudad santa chiíta de Najaf que se niega a dar su nombre augura que «Obama será un buen presidente para América» pero matiza que «la seguridad de Irak depende del Gobierno iraquí, no es una misión que competa a Obama».

Jalaf Marhoon, que vive cerca de Kirkuk, confía «más en Obama que en los otros desde que anunció que promovería una retirada». Salam FARAJ

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