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El euskara, de no existir a convertirse en piedra

Ayer la Asamblea Nacional francesa ratificó por un único voto la reforma constitucional. El ajustado resultado muestra las reticencias de muchos diputados a modificar la Carta Magna, aunque la de ayer sea la vigesimocuarta revisión de la Constitución francesa desde 1958. Al conseguir superar el listón establecido en la ley de tres quintos de los representantes, Nicolás Sarkozy logró sacar adelante una modificación que consideraba estratégica. Entre otras cuestiones, la reforma «eleva» al euskara a la categoría de patrimonio de la República francesa y se reconoce así su existencia a nivel institucional. De todos modos, el idioma francés sigue siendo el único oficial y el rango adquirido por el euskara no le garantiza ningún tipo de desarrollo efectivo. A falta de ver de qué manera se aplica este nuevo estatus, el euskara pasa de no existir a, por decirlo gráficamente, tener el rango de un fósil, una iglesia o un plato típico de la gastronomía. Dado el escepticismo al que obliga la historia, más parece una nueva estrategia del chauvinismo que un reconocimiento real. Por lo tanto, como hasta ahora, el desarrollo de la lengua vasca seguirá dependiendo de la lucha y el compromiso de los euskaltzales. Pues ha sido este compromiso el que ha forzado la reforma. Ya se sabe, hay que tener cuidado con las piedras...

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