Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han afirmado que no están dispuestas a entregar las armas ni a renunciar a sus ideales y que seguirán luchando contra el «imperialismo» y la «tiranía» en Colombia, según una carta dirigida por dos de sus ideólogos, Rodrigo Granda y Jesús Santrich, a sus «hermanos de lucha». La misiva fue difundida el domingo por la Agencia Bolivariana de Prensa (ABP), citando a otros medios independientes.

Según ABP, fue escrita en el marco del debate originado por el presidente venezolano, Hugo Chávez, que pidió a las FARC que libere a sus rehenes y dijo que ya no tiene justificación la existencia de grupos guerrilleros.

Granda y Santrich señalan que los guerrilleros son «luchadores con principios» y «comunistas convencidos» que asumen «con orgullo y persuasión absoluta el combate por la liberación y la justicia social». Convencidos de «la justeza de nuestra lucha y de la pertinencia de las vías y las formas», aseguran que no claudicarán y que «nada nos detendrá, ni las calumnias, ni el consejo del apaciguamiento, ni las posturas derrotistas, ni las intrigas, desconsideraciones y felonías de los ingratos, desleales y traidores».

«No deshonraremos el altar sagrado de nuestros muertos, no seremos indignos de su sangre que se derramó para que se mantenga la esperanza (...) No seremos nosotros, no y mil veces no, quienes bajemos las armas de Marulanda, las armas del pueblo, que se han levantado por la emancipación», dicen.

«En el caso de las FARC -prosiguen-, que desenvuelven su lucha en medio de las peores atrocidades que (en) contra del pueblo desatan las oligarquías, jamás condenaremos ni desistiremos de la insurrección armada», considerada como «el legítimo recurso de los pueblos para lograr la libertad cuando la opresión no deja más alternativa» y «la manera que nos garantiza poder hacer verdadera resistencia a tan sanguinaria autocracia, a tan vil tiranía y a tan macabro terrorismo de Estado».

Tras calificarse a sí mismos de marxistas-leninistas y bolivarianos, sostienen que abandonar la lucha armada es una concesión inadmisible para un revolucionario. Y concluyen que «el colombiano, el pueblo al que pertenecemos como pueblo en armas, siempre nos ha brindado la luz y la esperanza que alimenta nuestras convicciones, así que (...) y como siempre y ahora más que nunca, si en esta hora la América necesita del pueblo en armas para luchar contra el imperio, sin duda estará en los fusiles de las FARC el combate por el continente todo hasta las últimas consecuencias».