Las fórmulas para fomentar resortes económicos innovadores y los mecanismos para incrementar el valor añadido de productos y servicios propios se hacen especialmente apreciados ante los embates de esa crisis global que ya tenemos encima. En ese sentido parecen caminar iniciativas como la comercialización de las marcas «Berrizko txuletoia» y «Bizkaiko bildotsa» por parte de Erralde, la sociedad que gestiona el matadero de Durango y en el que están comprometidos la Federación de Carniceros de Bizkaia, el sindicato EHNE y no pocos ayuntamientos. Recientemente han aparecido en prensa informaciones sobre un «presunto» expediente abierto por el Gobierno de Lakua a la sociedad para que retire del mercado las mencionadas marcas.

El «chuletón de Berriz» procede solamente de ganado mayor de tres años criado en Euskal Herria y sacrificado por métodos tradicionales, y cuenta con el visto bueno del Pleno del Ayuntamiento de Berriz para usar el nombre del municipio. Respecto al cordero de Bizkaia, la marca es producto de un acuerdo entre pastores y carniceros -en precios y volúmenes- para sacrificar animales de Bizkaia alimentados sólo con leche. Pero parece que éstas no son garantías suficientes. Por lo que se ve, falta una: someterse al omnímodo control del Departamento de Agricultura y sus objetivos particulares.