TOUR 18ª etapa
Burghardt reclama protagonismo en el cambio de escenario
Mikel Astarloza volvió a intentarlo desde lejos, pero no pudo enlazar con la cabeza de carrera y tuvo que trabajar en tierra de nadie durante muchos kilómetros en una jornada con un final emocionante.
Amaia U. LASAGABASTER | DONOSTIA
La maquinaria de CSC a todo tren, el triunfo inicial de Alejandro Valverde y su posterior desfallecimiento, los problemas de Denis Menchov en el descenso de La Bonette, la espectacular ascensión de Carlos Sastre a Alpe d'Huez o lo que pueda suceder mañana en la contrarreloj serán, probablemente, las imágenes a recordar de este Tour.
Pero en una carrera en la que se disputa cada puerto de 4º, en la que se sprinta por el noveno puesto en una etapa o en la que el mero hecho de colarse en una de las escapadas del día ya es un objetivo, cada jornada ofrece su pequeña gesta. Aunque sólo ocupe un par de líneas en un periódico y casi nadie la recuerde tres semanas después. Pero es que retirarse con una victoria de etapa en el Tour en el palmarés, aunque fuese la única, es algo por lo que, exceptuando los fueras de serie, cualquier ciclista, el noventa por ciento del pelotón, vendería su alma al diablo. Y las oportunidades son poquitas -sobre todo si tenemos en cuenta que las jornadas de montaña, los sprints y las contrarrelojes son, salvo sorpresa mayúscula, terreno acotado- y demasiados los corredores en busca de su pedacito de gloria.
Ayer la alcanzó Marcus Burghardt. Y vaya si tuvo que sufrir para conseguirla. Con la pelea por el amarillo aplazada hasta mañana, cuando el Tour acabará de decidirse, y un terreno complicado, los 196 kilómetros entre Bourg d'Oisans y Saint Éttiene despertaban la voracidad de muchos. De la mayoría, teniendo en cuenta que más de la mitad de los equipos que partieron de Brest no ha puesto aún los pies en el podio y tienen muy complicado hacerlo en las dos últimas, y tan señaladas, etapas.
Así que, pese a la paliza de los últimos días, la jornada comenzó con tanto movimiento como de costumbre; los saltos se sucedieron, aunque ninguna intentona acababa de fructificar. Lo consiguió, finalmente, Carlos Barredo, que se marchaba en solitario en torno al kilómetro sesenta. Hecho el camino, lo tomaron después Burghardt, Feillu, Le Mével y Astarloza, este último con un doble objetivo: buscar la etapa que, pese a los intentos diarios, sigue resistiéndosele a su equipo, y recuperar algunas de las posiciones perdidas la víspera.
No lo consiguió y acabó pedaleando en la siempre incómoda tierra de nadie junto a los dos franceses. Sólo el de Columbia tuvo fuerza suficiente para atrapar a Barredo y conformar la cabeza de carrera, que ya se mantendría hasta el final. Lo que deparó, por otra parte, unos últimos kilómetros llenos de tensión, con continuos ataques y bastante mal rollo entre los dos fugados. La resolución llegó casi bajo la misma pancarta de meta, ante la que Barredo no pudo seguir la última arrancada del alemán, que sumaba la quinta victoria de Columbia.
Más sufrimiento para Cunego
Pese al cambio de escenario, el pelotón de importantes robó algo del protagonismo que reclamaba Burghardt, con movimientos de última hora. Saltó Kreuziger y Andy Schleck, que sólo le aventaja en dos minutos, le siguió para defender su maillot blanco. Pese a ese pequeño sustillo, CSC pudo disfrutar del maillot amarillo al que había dormido abrazado Carlos Sastre.
Frente a la alegría del vencedor y la tranquilidad del líder, el disgusto de Damiano Cunego, al que su apuesta por el Tour no le ha salido nada bien. Ayer sufría una dura caída nada más ponerse en marcha la etapa. Por fortuna -a no ser que las pruebas médicas a las que se sometió posteriormente revelasen alguna lesión- todo quedó en chapa y pintura, pero también en una pérdida de tiempo considerable. Veinte minutos cedió en línea de meta, pese a que, con la colaboración de cinco compañeros, protagonizó una auténtica contrarreloj por equipos a lo largo de toda la jornada.
Uno de los beneficiados fue Mikel Astarloza que, gracias también a los minutos arañados en meta, asciende a la 15ª plaza. «No consigo quitarme la desilusión de ayer, pero por lo menos puedo ver las cosas de otra manera. La pena ha sido no empalmar con cabeza de carrera», explicó el ciclista guipuzcoano de Euskaltel.
Los líderes robaron algo de protagonismo al vencedor a última hora, con el salto de Kreuziger. Andy Schleck, que sólo le aventaja en dos minutos en la clasificación de los jóvenes, estuvo atento y todo quedó en un susto.
Damiano Cunego sufrió una caída nada más ponerse en marcha la etapa. No sufrió lesiones graves, pero cedió veinte minutos en meta, pese a que cinco compañeros le rodearon a lo largo de toda la jornada.
Volvieron a saltar las alarmas en el Tour aunque, afortunadamente, esta vez todo quedó en un registro sin resultados. Concretamente, el que se realizó en el coche del padre de los Schleck cuando abandonaba la salida de la etapa. El vehículo fue minuciosamente registrado pero no se encontró ningún producto prohibido.
Moisés Dueñas, por otra parte, emitió un comunicado público en el que desmiente haber admitido ningún cargo (uso, posesión o tráfico de sustancias dopantes) en el interrogatorio al que le sometieron la Gendarmería francesa y el fiscal de su caso tras haber dado positivo. Negó asimismo que se hubiese encontrado en su habitación ningún material destinado a realizar transfusiones sanguíneas. El corredor, por último, recuerda que se encuentra a la espera del contraanálisis y reclama su derecho a la presunción de inocencia.
Buenas noticias, por último, por parte de la firma Scott, que seguirá patrocinando al equipo ciclista pese a la renuncia de Saunier Duval. «Vemos esta prueba como una oportunidad para redoblar los esfuerzos para combatir el dopaje», aseguró Pascal Ducrot, vicepresidente de la empresa.
GARA