Maite Ubiria Periodista
Galería estival
Es difícil hacerse un hueco en el ranking de la foto estival. Cada una de nosotras tenemos una imagen, o dos, o muchas más que componen la galería visual en tiempos de asueto oficial. Para los muchos automovilistas que recorren estos días las carreteras vascas la imagen del verano será la del ansiado abrazo con la familia en tierras lejanas. Espero, sin embargo, que no sólo reserven a nuestro país el retrato de un área de descanso.
La imagen del verano se viste de sombrilla o de mochila, en función de las preferencias de cada cual. Y se adereza de los sonidos del jazz o de las voces de la pastoral. Y, si me apuran, de algunas melodías bastante menos dignas de destacar que se cuelan desde éste o aquel chiringo.
La imagen del verano puede saborearse con una copa en la mano, en torno a esa mesa que congrega a más amigos que de costumbre. Conjuga a la perfección con el aroma festivo que se expande por toda la geografía vasca, y tampoco hace malas migas con propuestas de retiro, de silencio, de lectura pausada al provecho de un tiempo propicio al relajo.
Desconozco las razones que han llevado a la consejería de Azkarraga a pugnar por un espacio imposible en el álbum estival. Y no es que el más de medio centenar de trabajadores fallecidos en lo que va en el año no sea un motivo de peso. Lo es y mucho. Lo es por encima de cualquier otra consideración. Sin embargo, sigo encontrando un tanto extraña esta invitación que se cursa a unas horas de la «gran escapada» para tratar de un problema que merecería no una sino mil reuniones, pero que reclama por encima de todo compromisos que sirvan igual para tiempos de estío que para meses de frío.
La anunciada ausencia de al menos dos sindicatos pone de relieve nuevamente la falta de sintonía de Lakua con los interlocutores directos de quienes trabajan y, por el hecho de hacerlo, corren un riesgo a todas luces desproporcionado de sufrir un accidente. Hay fotos que se truncan, porque simplemente no aguantan. Y es que no es de recibo hacer tabla rasa entre quienes incumplen la ley desde hace una década sin sufrir mayor amonestación judicial y política y quienes pagan las consecuencias de un modelo laboral que hiere y mata.