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Iñaki Anasagasti Senador en Madrid por el PNV

Inténtenlo y verán

Yo no sé cómo se puede liberar a Euzkadi sin un discurso ético y sin conmoverse un milímetro ante el asesinato de un ser humano. No lo entiendo. A pesar de que me lo explique un domingo en GARA, Amparo Lasheras

Con motivo del 113 aniversario de la fundación del PNV, y por tanto del nacionalismo vasco como tal, leía yo que aquel joven de treinta años llamado Sabino Arana se había rodeado en su primera ejecutiva, el Bizkai Buru Batzar, de hombres solteros de treinta años como media. La explicación era clara. El 22 de abril de 1895, en el Congreso de los Diputados, se había aprobado una ley que castigaba al separatismo y modificaba artículos del código penal para castigar a los disidentes. De hecho dos días después se secuestraba «Bizkaitarra», que era el órgano oficial, ya que se identificaba como separatista.

De ahí que el día de San Ignacio de aquel año de 1895 se fundara el PNV con ésta espada de Damocles encima y que dos meses después la Junta Directiva del «Euskeldun Batzokija» estuviera encarcelada. De ahí también que Sabino buscara gente joven y soltera para que las cargas familiares no repercutieran en la marcha de un partido que nacía, como dijo Kiskitza, como un pararrayos mal puesto sobre un polvorín.

Digo esto porque el PNV, partido fundador del nacionalismo vasco, siempre ha vivido o perseguido, o encarcelado, o multado, o asesinados sus miembros, salvo en los últimos años, por lo que el artículo de Amparo Lasheras del pasado domingo queriéndome dar clases de lo que debe ser el nacionalismo vasco, tengo que decirle que esa lección la conozco.

Dice también que estuve en Venezuela en tiempos del dictador pero omite mi compromiso con la causa democrática de mi pueblo, el vasco, encargándome de que la Radio Euzkadi clandestina transmitiera en onda corta todos los días, los cinco años que estuve a su frente, junto a la responsabilidad de editar también clandestinamente «Gudari». Bien es verdad que si formar parte de la resistencia era pertenecer a ETA y ése es el baremo, ahí, efectivamente no estuve. Le recomiendo leer el porqué en mi libro editado por Txalaparta «Llámame Telesforo».

Toda la farragosa explicación que hace posteriormente me recordaba el debate que hay en Venezuela sobre un chavismo superideologizado y sobre quién pertenece o no al sistema. Esto lo comentaba con conocimiento un hombre como Carlos Blanco, que recordaba las sabrosas e inútiles discusiones de gentes de la izquierda de su tiempo sobre si fulano estaba o no integrado al sistema.

La controversia se refería a la calidad revolucionaria de quienes presumían tenerla y si estaba de alguna manera conectado «al sistema» por la vía del Estado o de la empresa privada. No estar «integrado» y permanecer en estado puro era propio de militantes mantenidos por la organización o de miembros de la comunidad universitaria mantenidos por el Estado, y por papá y mamá. Las universidades eran supuestas islas revolucionarias que amparaban de la contaminación burguesa.

Esas ideas -si es que tal pudieran llamarse- no por ser idiotas a la luz de cualquier análisis serio, eran comunes en la izquierda e impidieron a muchos comprender la naturaleza de la sociedad y de cómo los ángeles castos y puros eran también financiados por el chorro de dinero que inyectaba el Estado democrático que se quería sustituir.

Esa versión de lo que era ser «antisistema» la superó la pacificación política, la lectura y la escritura en muchos dirigentes casi ágrafos hasta entonces, y el funcionamiento democrático que permitía estar dentro de sus instituciones y confrontarlas como demuestran muchos de los intolerantes de ahora.

Por eso a mí hoy me parece patético que se sigan con las vacías y continuas ruedas de prensa de la llamada izquierda abertzale en las que se sacan venerables veteranos repitiendo discos rayados de hace treinta años como si ésta sociedad no hubiera cambiado o como si la detención de todo el complejo o comando Bizkaia fuera un dato más o sobre si matar, extorsionar, quemar batzokis, amenazar electos y ertzainas no tuviera la menor importancia sino solo el endogámico y monotemático discurso de lo bueno que somos nosotros, lo malo que son los demás, y como conclusión y único ideario el que «no podrán con nosotros». ¡Menudo programa!

Si alguien cree en serio que esto es abertzalismo, construir país, poner al enemigo de rodillas, ayudar a los presos, o liberar Euzkadi es que está para que lo encierren de forma urgente en un frenopático, porque yo no sé cómo se puede liberar a Euzkadi sin un discurso ético y sin conmoverse un milímetro ante el asesinato de un ser humano. No lo entiendo. A pesar de que me lo explique un domingo en GARA, Amparo Lasheras.

También me gustaría me dijera cómo se pueden estar años sin acudir al Parlamento Vasco y a las Cortes Generales por ser instancias burguesas y hoy, sin mayor explicación, hacer de la presencia ahora en estas instituciones el desiderátum de la democracia y la prueba del algodón de que no estamos en un sistema de libertades.

Me gustaría también me dijera por qué aceptaron que en unos municipios pudiera presentarse ANV y en otros no, y si lo que yo decía en aquel artículo en el sentido de que una persona con autoridad moral, por haber sido bárbaramente torturado durante el franquismo, como Erkizia, si además de condenar la ley de partidos y la situación de persecución en la que viven, Tasio le pidiera a ETA que desapareciera. ¿Alguien piensa en ese mundo que esa declaración no cambiaría las cosas? Inténtenlo y verán.

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