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El relax del guepardo empachado, epílogo de un viaje surfero a sudáfrica

Recién llegado de tierras sudafricanas, Juanpe Sansinenea, amén de repasar la actualidad deportiva que se desarrolla en algún lugar de Indonesia, nos hace sonreír con algunos encuentros -con personas y otra fauna- en su viaje al país de Nelson Mandela.

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Juanpe SANSINENEA

En algún lugar de Indonesia, se está disputando la sexta prueba del circuito profesional WCT. Esta competición, llamada precisamente «Somewhere Rip Curl Pro Search» (En algún lugar la búsqueda de Rip Curl), es un campeonato móvil que cada año cambia de país y hasta de continente, eligiendo una rompiente maravillosa, virginal y sólo conocida por sus privilegiados locales. Una gran idea, con unas olas perfectamente escogidas. El año pasado, en Chile ,fue de las mejores del circuito y este año la de Indo es una izquierda perfecta. Sólo nos queda una duda: ¿cómo se mantendrá el himen de pureza de estos lugares tras el paso del WCT? Muy elástico tiene que ser para aguantar todas las picaduras de curiosidad surfística que husmean a través de la webcam intentando descubrir nuevos paraísos despoblados. En segunda ronda todos los capos están pasando a la siguiente y ya empieza a planear la pregunta de todas las pruebas, ¿quién eliminará a Slater? Como decíamos la semana pasada, por ahora parece mirar a los demás desde lo alto de la escalera.

Tras el regreso de Sudáfrica y releer la crónica del Billabong Jeffrey´s Pro, creo que fui un poco injusto con los protagonistas de la final. El interés de la organización de acabar el domingo hizo que Slater entrara por tercera vez al agua ese mismo día en la final. Mick Faninng -a quien machaqué en mi crítica- era la cuarta vez que entraba al agua y sólo tuvo media hora para descansar ante la final. Hay quien dirá que son profesionales y que tienen que poder con todo eso, pero recuerdo que la ola era Jeffrey´s Bay: larguísima, desordenada y bacheada en sus últimas mangas por un fuerte viento a favor que estropeó las condiciones.

Como me comentó Clyde Martin, delegado en el sindicato de surfistas profesionales, lo ideal hubiera sido dejar la final para la mañana del día siguiente, donde se preveían mucho mejores condiciones -como así fue- y poder contemplar un mano a mano Slater-Faninng con todas las de la ley. Pero al día siguiente era lunes y las audiencias en directo, por internet, tv, prensa,radio... se habrían resentido. Es el mercado.

No puedo acabar de hablar de Sudáfrica sin contar un par de anécdotas sabrosas que allí me sucedieron. Tuve el placer de conocer a un amigo personal de una de las mayores leyendas que ha generado la historia del surf, el gran Micky Dora. Este hombre fue pionero en muchas cosas, tuvo una vida intensa, fiel a su fama de golfo, pendenciero y follador, descubrió muchos spots de olas por todo el mundo y sus hazañas dentro y fuera del agua son siempre recordadas.

¿Agente secreto?

Se afirma que no tenía un empleo declarado pero que se buscaba la vida con su descaro e inteligencia. Por ejemplo, se rumorea que muchas veces viajaba gratis en avión. Algunos dicen que porque era un agente secreto de la CIA, otros aseguran que simplemente llevaba consigo un pasaporte diplomático falso. Lo que sí parece cierto es que la Interpol siguió durante mucho tiempo sus pasos sin ningún resultado. Entre sus vueltas por el mundo, pasó varias temporadas surfeando en Iparralde, en Biarritz. Los surfistas veteranos del otro lado de la muga le recuerdan perfectamente.

Pues cuando visitó la ola de Jeffrey´s Bay fue cuando trabó amistad con Bruce Gold, un joven surfista en aquella época y que conocí en una barbacoa organizada por Clyde en su casa. El individuo en cuestión sigue surfeando perfectamente tras haber superado los 60 (nadie, ni él, sabe que edad tiene), vive de la caridad de sus colegas y conocidos, y ha habitado más de 20 años entre los matorrales de Jeffrey´s.

Los matorrales son la vegetación típica de Sudáfrica y en ellos viven todo tipo de animales, desde pequeños antílopes hasta arañas como la viuda negra o serpientes como la mamba negra, ambas de picadura mortal. Ante esto no pude evitar preguntarle cómo había sobrevivido tanto tiempo allí. Con una sonrisa me contestó con un rotundo «del café y las magdalenas que me daban por las mañanas en una gasolinera próxima. De las alimañas se encargaba mi perro». O sea, como Micky Dora pero sin altos vuelos.

El aspecto de aquel hombre nunca se me olvidará. Era un estilo Don Quijote con larga barba anudada, un largo abrigo debajo del cual llevaba una chaqueta debajo de la cual llevaba algo más indefinible, con un enorme y bien enroscado turbante hecho con una tela multicolor y unos pantalones estrechos que afirmaban su delgadez. Todo regalado por los que le conocían. Se expresaba perfectamente, tenía la mente clara y los ojos con el brillo de quien ha vivido situaciones extremas y está preparado para todo.

El paso de las ballenas

Un par de pinceladas más sobre los últimos días en Sudáfrica, donde celebraban el 90 cumpleaños de Nelson Mandela. En visita al parque Samwhari conseguimos ver un guepardo o cheetah -uno de los felinos más bellos que existen- y los guías, al ver que estaba hinchado y adormecido por una reciente y abundante comida, decidieron bajarnos del jeep y acercarnos a la fiera. Fue un momento mágico.

A los dos días, como despedida, mi hijo y yo decidimos surfear en Jeffrey´s. Pues bien, al poco rato de estar surfeando contemplamos cómo un lomo negro se dirigía rítmicamente -pero sin pausa- hacia nosotros. Es una zona habitual de paso de ballenas, pero nunca hubiéramos pensado que nos íbamos a tener que apartar para que una preciosa hembra y su cría continuaran su trayecto.

Como dije en el artículo anterior, Sudáfrica no es el paraíso de la seguridad pero, ¿para qué coño quieres la seguridad entre tanta belleza?

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